VI

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Recuerdos del pasado. II

Itachi observo la figura de su pequeño hermano jugar con su madre.

Y por un momento, anhelo estar ahí. Entre los brazos de ambos. Quería que su madre lo mimara, y le dijera que podía ser un chico normal. Que no tenía que ser un gran Alfa.

Pero eso no pasará.

Olió a su padre y aunque su primer impulso fue encogerse en sí mismo, obligo a su cuerpo a permanecer con la frente en alto.

― ¿Estás listo para tu entrenamiento?

―Siempre ―mentira. Era un mentiroso. Era un mal hijo, merecía ser castigado por mentir a sus padres.

Su padre le sonrió. Una sonrisa calculadora. Ya no era cálida, con el paso del tiempo, había cambiado.

―Hoy entrenarás con cuerpos reales, hijo ―una pausa, e Itachi sintió como el miedo trepó por su espalda―. Hazme sentir orgulloso.

Asintió porque no podía hacer otra cosa. Pero mejor él que Sasuke.

Salieron de su casa, y caminaron por las calles con tranquilidad. Antes de cruzar por la calle que los llevaría directo a aquel lugar oscuro y asqueroso, Itachi vislumbro a sus líderes.

Minato y Naruto con sus preciosos cabellos y hermosas sonrisas capaces de iluminar hasta los días más oscuros. Y Kushina.

Kushina, con su bella sonrisa y su aún más bello cabello color rojo. Rojo como el fuego, rojo como los atardeceres.

Rojo como la sangre que sería derramada.

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―¿Qué hacen ustedes aquí? ―gruñó no muy contento de verlas. Suficiente ya tenía con Kumiko, para echarle más leña al fuego. Estaba tan distraído que no profundizo en sus aromas.

―¿No podemos venir a verte acaso? ―preguntó su abuela con agresividad. Entrecerró los ojos, su abuela nunca lo visitaba. Ni siquiera en Konoha. Y vivían a media cuadra.

Gruñó. Así que se giro a ver a la más vulnerable de todas. Hinata.

Cuando la miro, vio lo bonita que estaba. Hinata siempre olía como a girasoles en un día soleado, y en estos momentos, tenía su olor. Ligeramente, pero ahí estaba. Suavizo sus facciones al mirarla. Siempre le había gustado ella. Su dulzura y su paciencia para con él. No importaba que tan duro, grosero o impetuoso fuera, ella siempre sonreía para él.

Tenían historia juntos, y por ese motivo, Naruto siempre la querría.

― ¿Hinata?

Ella sonrío con suavidad y negó con la cabeza.

―Estamos aquí de pura casualidad Naruto ―movió una delicada mano en el aire restándole importancia―. Vinimos a buscar al Sake de la abuela, y pasamos por aquí a saludar a Kumiko, ella nos abrió la puerta y fue a ducharse ―Hinata movió sus ojos y los clavo en la ventana de la cocina―. Pensábamos que estarías en otro lugar. Discúlpanos.

Sabía a lo que se refería, pensaban que estaría en algún lugar junto con su compañero. Frunció el ceño. Sabía que ella estaba sufriendo pero no podía hacer nada. Se tensó en su lugar cuando percibió el aroma de Sasuke cerca, supo, que todas en la cocina lo habían hecho, porque su abuela adopto una pose de seriedad, mientras que Karin sonreía con felicidad. Ino, por otro lado, se acerco a Hinata brindándole apoyo.

FrenesíWhere stories live. Discover now