Infiltrados

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Snk pertenece a Hajime Isayama.

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Girar, torcer y anudar. Girar, torcer y anudar. Era una acción que cualquier hombre en esa época habría hecho cientos de veces. Tal vez miles. Pero aquel día, su leal comandante parecía que no sabía anudar su propia corbata. Llevaba un rato observándole en silencio, como sus enormes manos metían la pata continuamente. Un gesto que tal vez hubiera hecho más veces que él mismo, pero aquel día parecía un niño el primer día que aprendía a hacerlo.

Preso de la exasperación, se dirigió hacia él con paso firme, sujetó la pieza de tela y le obligó a inclinarse. Creía que aquella escena era una ironía del papel que iba a representar. El día apenas rallaba el alba y ya era su criado.

- ¿No sabes anudarte una estúpida corbata? - añadió con sorna mientras la ayudaba.

- He perdido la costumbre de utilizar corbata desde que murió mi padre.

- ..... - ni siquiera la seda estampada podía esconder la tristeza en sus ojos - ¿A qué se dedicaba?

- Mi padre era profesor de historia. Le apasionaba la historia y el conocimiento de las culturas que habitaban la tierra. Solía hablarme sobre ello cada noche. Hasta que el ejército lo fusiló.

- Debes estar muy loco para unirte al  ejército que mató a tu padre.

- Ja, ja, ja – rió con desenfado –Tu también te uniste al ejército que pretendía colgarte de una soga.

- ....... - incapaz de rebatir esa afirmación, permaneció pensativo unos instantes – He encontrado otra razón para quedarme.

- De igual modo yo he encontrado una razón para permanecer aquí.

Los motivos que estampaban la corbata eran demasiado sobrios. Erwin Smith nunca se había caracterizado por ser una persona ostentosa, pero siempre mantenía una elegancia fría y callada. Incluso en su manera de hablar. Solamente una pieza de tela que recorría todo su cuello. Hacía cierto tiempo atrás, habría tenido tentación de apretarla más de la cuenta y estrangular a su dueño. Pero aquel sentimiento había desaparecido. ¿Quién era aquel hombre y porque le imponía aquella y extraña obediencia?

Impotente, miro sus ojos, recordando la absurda misión que tenía que hacer. En compañía. En la compañía de alguien que no quería arriesgar en aquella infiltración. Sus dedos acariciaron la punta de la pieza obligándole a inclinarse de nuevo.

- No es necesario que ella venga –apenas un susurro de voz que tan siquiera alcanzaba sus oídos.

- Sabes que sí.

- La policía interior es peligrosa. Estarán vigilando ese asqueroso castillo. Ella no es tan ágil, pero algún miembro entrenado de mi escuadrón o tal vez alguna voluntaria. Solo necesitas una mujer que me siga por los corredores-

- No sólo la necesito como mujer. Se que descubráis lo que descubráis ella entenderá su significado antes que nadie. Es lo suficientemente inteligente cómo para descifrar las claves con las que hayan podido encriptar los manuscritos reales.

- En otras palabras, que soy demasiado imbécil para entender esa mierda burocrática.

- Disculpame por eso. Confío plenamente en tus habilidades, pero el cerebro de Hanji es un tesoro que, en estos momentos, necesito en activo.

- Ya veo... - asintió en señal de confirmación.

Tal vez nunca había hecho aquel tipode gesto hacia ninguna otra persona, pero mientras se observaba en elespejo con su corbata anudada, sintió un extraño sentiminto denostalgia. Tal vez, en otro tipo de mundo, donde sus vidas nocobrasen peligro constante, ellos tres se pudiesen sentar a la mesa ycharlar animadamente sobre cualquier tema banal.

Decisiones y arrepentimientosWhere stories live. Discover now