El séptimo

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Snk pertenece a Hajime Isayama

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Las enormes hojas desplegadas sobre la mesa improvisada del campo de batalla ocupaban una vasta extensión. Incluso sus enormes manos empequeñecían en comparación. Erwin comenzó a trazar una serie de dibujos sobre el plano. Señales que indicarían el recorrido de sus objetivos.

Se sentía extraño en ese tipo de estrategia. Acostumbrado a campo abierto, o incluso a resguardarse entre los árboles de los bosques cercanos. Era una situación extraña. Ahora el campo de batalla no era el exterior, aquel que llevaban años intentando reclamar. Ahora el campo de batalla era su propio hogar. La lucha se debatiría dentro de aquellas murallas. En los edificios que ahora permanecían deshabitados.

Alzó la vista hacia el cielo añorando los días en que podía respirar el aire del exterior, cuando sentia que la libertad estaba a tan solo unos enemigos. Pero ahora, comenzaba a alejarse más y más, como el agua que caía entre sus manos. Volvió la vista hacia su comandante, que continuaba explicando la estrategia. Solo deseaba acabar y volver a su hogar, se sentía extasiado, por más bestias que derrotase, nunca conseguiría volver a acariciar la luz del exterior.

Por un instante, deseó haber podido estar con ella, con la mujer que escuchaba con atención el plan de ataque. Estar de nuevo en aquel tejado mirando las estrellas, aún confiado con que alcanzarían la libertad. Imaginando un idílico futuro en el que ella avanzaba a su lado. Pero ahora, nada tenía sentido.

Apenas habían pasado unos meses desde que ella había manchado sus manos de sangre por él. Por ayudarle a perseguir su maldito sueño. Demasiadas noches de imsomnio en las que ella solamente hablaba de banalidades. Libros que había leído. Viejos experimentos. Recuerdos de su tiempo como recluta. Incapaz de volver hablar de la sensación que le perseguía a él todos los días de su vida: sentirse un asesino.

¿Quién era el auténtico enemigo?

Era la pregunta que recaía continuamente entre sus pesados párpados. Una pregunta que le había hecho Erwin Smith cuando apenas le conocía. Y que ahora le preocupaba.

¿Quién era el auténtico enemigo?

Volvió a levantar sus pestañas y enfoco en la dirección de ella. Que parecía calcular algunas direcciones mientras cambiaba las directrices del comandante. Si no sabía quién era el auténtico enemigo, ¿cómo podría protegerla para alcanzar su auténtico sueño? Tal vez, por aquella razón no había conseguido mantener con vida a sus dos viejos amigos.

Debía replantearse su estrategia y escuchar. Escuchar la información que le podría aportar aquellas criaturas que llevaba años asesinando sin descanso. ¿Les darían ellos la respuesta? ¿Podrían ellos contarles lo que realmente les había encerrado allí dentro cien años atrás?

- Así que las cargas de explosivos estarán colocados sobre estos puntos – sus dedos trazaron una línea imaginaria sobre el enrevesado mapa de aquella ciudad abandonada – Si las proporciones son adecuadas, estos muros de carga caerán y podremos encerrar a los especímenes a lo largo de estas cuatro áreas.

- ¿Qué hay de los que se encuentren en el exterior? - musitó Mike mientras continuaba anotando en una pequeña libreta – Intuyo que estas zonas quedarían desprotegidas, si se apiñan, podrían tirar abajo los escombros con los que encerremos a los otros.

- De momento solo mantendremos encerrados a los de menor tamaño, no podemos arriesgarnos a capturar a uno de 15 metros – Hanji suspiró con aceptación – Pero será suficiente.

Decisiones y arrepentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora