Fase 3

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Snk pertenece a Hajime Isayama.

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Sus zapatos solian ser los más cómodo sque había utilizado en toda su vida. Pequeños y que rodeaban a la perfección su tobillo. Adecuados para alguien que pasaba gran parte de su día de pie. Y perfectos para todas las caminatas que tenía que hacer cada día visitando a sus pacientes. Realizar la ronda era algo rutinario, pero necesario.

Tras cada batalla, su trabajo se incrementaba. Numerosos soldados que se debatían entre la vida y la muerte y que solamente sobrevivían gracias a una ínfima posibilidad. Su corazón latía acelerado mientras apretaba aquellos documentos contra su pecho.

Durante muchos años había confiado en su instinto cómo personal médico. Cada vez que un soldado se tumbaba sobre una camilla en su clínica, podía discernir con agilidad si sobreviviría tras su lucha. Pero aquellos últimos dos meses habían sido una horrible agonía. La incertidumbre se mezclaba con la ansiedad de conocer si su diagnóstico previo había sido acertado. Pero finalmente tenía su respuesta, acurrucada con el suave latido que emitía su pecho.

Aquellos cómodos zapatos se detuvieron frente a una estrecha puerta de roble. Había entrado decenas de veces en aquel despacho. Entregando al líder de aquel ejército la lista de fallecidos que habían abandonado su último aliento en su ajada clínica.

Pero esta vez el nombre que encabezaba  aquellos documentos pertenecía a única persona. Alguien a quién había conocido previo a su ingreso a aquel ejército. Cuando aún no sabía que su incapacidad para la batalla la delimitaría a cuidar de aquellos que sí arriesgaban sus vidas. Solamente un nombre.

Sus nudillos acariciaron la madera de aquella gruesa puerta. Incapaz de tocar, solamente deslizando su piel. Ya no tenía incertidumbre, pero una vez entregase aquellos papeles, sabía que no podría hacer nada más. La confidencialidad era algo primordial. Y le había sido instigada desde la primera revisión que había realizado.

Su puño se cerró con más firmeza. No podía dejar que el sentimentalismo ahogase su propio veredicto médico. Tocó con fuerza y esperó una confirmación en su interior. Abrió la puerta con cuidado y cerró tras de sí. Su comandante se encontraba apoyado sobre la mesa mientras parecía repasar un mapa que le era desconocido.

- Gracias, Mai. Tu ayuda siempre nos es de gran estima.

- Comandante Smith, he traído el informe final que me solicitó – su penetrante mirada se fundió sobre ella – Puede leer usted mismo el veredicto de la capitana Zoe.

- Lo agradezco – pareció leer con rapidez mientras ordenaba con la mano que se sentara – Necesito que me asegures que este informe solamente ha sido leído por tí.

- Así es, comandante. Comprendo que........ debo mantener la privacidad ante esta situación. Respecto a la capitana......¿ella....?

- Eres una excelente doctora, Mai. Agradezco enormemente que hayas puesto toda tu energía en su recuperación. Hanji es un aliado importante, necesito que esté totalmente sana para la difícil situación a la que va a enfrentarse.

- Puede leerlo en el informe, comandante. La capitana Zoe nunca se ha encontrado en un estado de mayor salud.

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El carromato daba bruscos golpeteos contra su espalda conforme el asfalto arañaba las gastadas ruedas de madera. Usualmente acostumbrado a viajar dentro de aquel tipo de transporte, estaba desacostumbrado a ser él quién dirigía a los caballos.

Decisiones y arrepentimientosWhere stories live. Discover now