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Yoongi
Estaba sentado en un lugar apartado de todas las personas que me rodeaban, le había prometido a mis padres no volver a hacerlo, pero lo necesito, no puedo vivir ni un día siquiera sin hacerlo. Cuando me aseguré que todos estaban totalmente ocupados y que no notaran mi ausencia me dirigí a mí habitación, en donde en el tercer cajón de mi tocador derecho guardaba una pequeña bolsa llena de ese producto mágico que me hace olvidar mi jodida vida, por alguna razón tenía todo listo, talvez porque lo hacía de manera constante y diariamente tenía todo lo que necesitaba, pero ese día se supone que no debería hacerlo.

Estaba apunto de iniciar mi acto ilegal cuando escuché pisadas de alguien acercándose lentamente a mi habitación e inmediatamente guardé todo debajo de mis sabanas y me acosté después de apagar la luz. Un minuto después aproximadamente mi padre ingresó en la recámara, pero había estado bebiendo con mis demás familiares y no sé dió cuenta que yo estaba fingiendo estar dormido, cuando salió decidí no hacer ningún movimiento hasta asegurarme que todo estaba seguro.

Cuando volví a levantarme escuché cómo todos se despedían el uno del otro, murmurando una y otra vez a mis padres que cuidarán mucho de mi y que no me dejaran de vigilar ni un momento, les decían que yo no podía estar bien, que estaba totalmente loco y que probablemente necesitaba un psicólogo. Soy gay. Mi familia decía que ese tema era normal, pero al tratarse de su propio hijo no estaban orgullosos de mi orientación sexual. Ellos me han dicho que no tiene nada de malo ser homosexual, solamente a lo que refiere con otras personas pero también mencionan que si algún día llevo a un hombre a nuestra casa me echarían a patadas. Desde que les conté se distanciaron de mi y eso realmente me afectó pues antes solíamos hacer todo juntos, y cuando decidieron hacerme a un lado solo por ser gay, destrozó mi corazón. Me volví una persona insensible y fría e inició mi problema de adicción hacia las drogas.

Mis padres se enteraron aproximadamente dos meses después de que comencé a hacerlo. Mi puto hermano menor entró a mi habitación mientras inhalaba cocaína, el no sabía lo que yo estaba haciendo, pero no es normal ver a alguien con la cara pegada a una mesa con falta de conciencia total, así que llamo a mis padres, inmediatamente confiscaron todo lo que tenía en mi escritorio, pero no sabían de mi escondite en mi tercer cajón. Me enviaron a rehabilitación por un tiempo y para mí fue muy difícil fingir que ya no me drogaba para dejar de ir a ese lugar de mierda, pero siempre hallaba la manera de hacerlo sin que nadie lo notara.

Ahí conocí a un chico que me flechó, nunca se lo dije porque para mí, era la persona más heterosexual que había visto en mi vida, ¿qué oportunidad tendría con el? Yo asistía a la rehabilitación solamente para verlo; fui unos tres meses y vivo enamorado de él desde entonces, me enamoré de sus defectos, de sus ojeras a causa de no dormir bien en un largo tiempo, de su delgado cuerpo a causa de su adicción (tabaco y alcohol), me perdí en sus ganas infinitas y su entusiasmo por acabar con su adicción; estaba seguro de que nunca encontraría a alguien que me gustara tanto.

Me preguntaba, cómo es que alguien con una personalidad tan tierna y agradable al parecer, podía tener una adicción como para asistir a una rehabilitación, y a pesar de enamorarme perdidamente, decidí ignorar mis fuertes sentimientos hacia el. Después de los tres meses dejé de asistir al lugar porque mis padres notaron que ya estaba mejor, aunque yo aclaré que me seguía drogando, ellos dijeron que con lo que había asistido ya era suficiente e ignoraron mi comentario, creyeron que mi adicción había desaparecido, pero seguí drogándome a escondidas.

~

Cuando no escuché absolutamente nada de ruido, salí al sanitario para verificar que mis padres ya estaban durmiendo, regresé a mi habitación  y silenciosamente abrí la ventana para que el olor de la marihuana se disimulara un poco.  Llené una pequeña pipa que había conseguido unas semanas antes y la encendí, sacando mi cabeza por la ventana para que mis padres no notaran mi desobediencia. Diez minutos después acabé la dosis que tenía preparada para esa sesión, me recosté y dejé que los efectos relajantes de la marihuana recorrieran mi cuerpo lentamente mientras escuchaba música instrumental en piano a bajo volumen, pues aparte de la droga, mi piano es lo único que puede tranquilizarme. Amo esa sensación, me encanta sentirme tan tranquilo y olvidar el mundo de fuera, el mundo que me veía como un fenómeno solamente por mi orientación sexual.

Me quedé dormido con la ventana de mi habitación abierta y todas mis cosas a la vista, pero por suerte había cerrado la puerta de mi habitación con llave, así nadie sabría nada de mi secreto, ya sabía cómo hacerlo, había pasado otro mes desde que volví a drogarme y mis padres, por la falta de atención hacia mí, no lo habían notado, "Jajaja, qué estúpidos" Tenía la libertad de morirme de sobredosis y ellos no se enterarían y eso por una parte me gustaba porque podía drogarme tanto como quería y ellos lo único que hacían era cuestionarse por qué tenían un "hijo defecto" .

Al otro día a la hora del almuerzo mi madre, como todos los días, sirvió mi plato de mala manera y yo solamente la miré con odio directamente a los ojos, ella lo notó y me di cuenta de su enfado, no le podía dar la satisfacción de verme mal, así que dije unos comentarios que no fueron de su agrado.

-Si no harás algo comestible, por lo menos sírvelo de buena manera- le dije con un tono irritante y algo burlón, conciente de las consecuencias.

-Suficiente, no permitiré que me hables de esa forma- me gritó muy molesta lanzando una bofetada.

-Vuelve a intentarlo y te arrepentirás- contesté tomando su mano con fuerza y levantándome de la mesa listo para ir a drogarme a mi habitación, dispuesto a faltar al colegio.

-Detente ahí- dijo tomándome del brazo obligándome a sentarme y almorzar, pues al parecer después de un mes había notado mi pérdida de peso.

Solamente volteé los ojos y volví a tomar asiento, enganchando trozos de tocino semicrudo con mi tenedor, haciéndole gestos a la mala comida que me hacía mi madre, me perdí en mis pensamientos, dispuesto a ignorar cualquier comentario que viniera de su parte. En ese momento mi padre entro a la cocina y preguntó por qué había tanto ruido, me coloqué los auriculares mientras mi padre escuchaba a mi mamá explicar la situación a su conveniencia. Me concentré escuchando el piano y de repente alguien me levantó agresivamente de la mesa, arrancando los auriculares de mis oídos y lanzándolos a la mesa junto con mi móvil. Era mi padre. Me levantó ligeramente de la mesa tomando fuertemente el cuello de mi camisa escolar, hice una facción de burla al verlo tan enojado, lo cual lo enfado más, logrando que me dejara caer en el piso.

- Estoy harto de tu actitud Yoongi- me dijo mientras miraba como me levantaba del suelo.

- Yo estoy harto de ustedes- logré susurrar al terminar de levantarme y sacudir mis pantalones negros ajustados por el polvo que había en el suelo, cuidando que no escuchara lo que había dicho.

- ¿Qué es esto?- me dijo levantando una ceja, cogiendo una pequeña bolsa de "hierva" que se había caído de la bolsa de mi camisa.

Mierda....

- No es nada- contesté con voz titubeante y nerviosa arrebatando el paquete que tenía mi padre en sus manos.

- Hasta aquí Yoongi, desde mañana irás de nuevo a rehabilitación y no saldrás hasta que dejes tu puto vicio- me gritó haciendo que yo abriera los ojos con sorpresa pues pocas veces hablaba de esa forma, a diferencia de mi, que lo hacía con frecuencia.

Después de eso, salí de la cocina tomando mi mochila para ir al colegio, era mi primer día después de las vacaciones del tercer semestre, salí furioso de la casa azotando la puerta de la entrada, maldiciendo la hora en la que les dije que era gay, lamentando el resto de mi vida, y ahora tenía que volver a esa puta rehabilitación.

~

Una semana después de la escuela, volví a ese lugar donde van las personas a sanar sus problemas de adicciones y lo ví, ví el chico del alcohol y el tabaco, estaba ahí, de pie, muy cambiado desde la última vez que lo ví, a punto de terminar su tratamiento, ví a Jimin mucho mejor que hace dos meses.

Adicción {Y.M.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora