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Hoseok.
Habían pasado ya alrededor de unas tres semanas desde que Tae se había ido, y desde entonces no he parado de pensar en los posibles lugares en donde podría estar.

Llegué del colegio y directamente me dirigí a mi cuarto a reflexionar un poco pues la incertidumbre no me dejaría comer tranquilamente con mis padres; había decidido pensar e intentar calmarme, cuando esto pasará bajaría a comer con ellos. Saludé a mis padres de la manera en la que lo hago siempre y ambos me regalaron una sonrisa, después me puse los auriculares y subí a mí habitación, cerré la puerta con llave u me deje caer en mi acolchonada cama. La última vez que miré la hora eran las 2:45 pm., comencé a concentrarme cada vez más en las canciones que escuchaba y me quedé dormido.

Tae y yo estábamos en un coche clásico pero hermoso, habíamos parado unos kilómetros antes a comer algo pues íbamos de vacaciones y no habíamos probado bocado desde el día antes. Estuvimos en un pequeño restaurante alrededor de dos horas y media y retomamos nuestro camino hacia las playas de Santorini. No paró de conducir hasta en la tarde noche, nos detuvimos en una pequeña cosa que parecía muy acogedora. Al parecer Tae olvidó que seguiría conduciendo y yo también, entonces bebimos un par de botellas de vino.
Recuerdo haber separado a Tae de otra persona que casi le doblaba el tamaño pues lo estaba golpeando sin piedad por una razón que no está clara en mi mente. Volvimos al auto, pero la rabia contenida de Tae hizo que perdiera el control estando al volante, eso combinado con el alcohol, la velocidad y adrenalina provocó que nos estampáramos contra un árbol que apareció a mitad del camino.
Después de eso sentí una fuerte jaqueca, y al despertar de mi trance encontré a mi pequeño con los brazos cubiertos de heridas, con las puertas atascadas entre el tronco y el auto, con los ojos cerrados; en su cabeza había varios pedazos de cristal proviniente del parabrisas y con esta llena de sangre por todos lados.
Desesperado comencé a llamarlo y en cuestión de minutos llegó la ambulancia y la policía. Inmediatamente me llevaron al hospital, y mientras lo hacían, claramente pude ver la imagen de Tae siendo cubierto con una delgada tela blanca por los paramédicos.

Desperté con un sudor frío a causa de que mi madres estaba llamando a la puerta. Notó que no me levantaría a abrir e ingresó a la habitación donde yo me encontraba sentado en una de las esquinas de la cama acomodando mi cabello con preocupación. Se sentó a un lado mío por lo que yo sí un pequeño salto a causa de la sorpresa.

Hesook: ¿Qué tienes? ¿todo bien, Hobi?- me cuestionó en un tono de desesperación.

Hs: Todo bien mamá, tranquila- le sonreí.

Ella acarició mi cabello y me abrazó.

Hesook: Bien pequeño dormilón, alístate que iremos a cenar.

Hs: ¿Cenar? Aún es temprano, aún no he comido- dije, después volví la mirada hacia el reloj que había en mi buró y abrí los ojos como platos al ver la hora: 7:45 pm.

Mi madre se echó a reír y beso mi frente.

Hesook: Alístate, tú padre y yo terminaremos de hacer algunas cosas. Te esperaremos abajo.

Casi inmediatamente de que mi madres salió de mi recámara, escuché el gruñir de mi estómago y un hambre inmensa se apoderó de mí. Apresuradamente me metí a a ducha.
Al salir me cambié, secando mi cabello con la secadora dejándolo un poco despeinado, junto con una ramera negra y una chaqueta verde militar holgada, unos pantaloncillos que combinaban con mi atuendo y por último unos tenis blancos que resaltaban a la perfección.

Bajé las escaleras y caminé por el corredor hasta llegar a la sala (la habitación principal de mi casa) y mis padres estaban esperándome, justo como lo había dicho mi madre.

Adicción {Y.M.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora