Capítulo 1

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En el loft del Gran Brujo.

En su departamento, el gran brujo esperaba la llegada de su cazador, nunca imagino que se toparia con dos individuos que eran desconocidos para el.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué es lo que buscan en mi casa? —preguntó el brujo exigiendo respuestas de los extraños hombres parados frente a él.

—¿Eres Magnus Bane, el gran brujo? —respondió en cambio el rubio.

—El que hace las preguntas soy yo. Pero sí, soy el Gran Brujo de Brooklyn. —Magnus se puso en guardia, sus manos estaban cubiertas de un fuego azul tan incandescente como poderoso.

—Bueno, nosotros... —Los hombres no pudieron terminar de hablar pues sintieron un dolor fuerte en la cabeza que los obligó a desplomarse.

Magnus solo vio como ambos cuerpos caían al suelo.

HORAS ANTES DE LOS SUCESOS EN CASA DE MAGNUS.

En Taky's, sentados en el interior del local, se encontraban los Winchester; uno de ellos bebiendo una malteada y el otro con una hamburguesa a medio comer.

—No puedo creerlo —expresó Sam mirando a su hermano con desaprobación—. ¡Ni en otro universo puedes dejar de comer eso! —exclamó señalando la comida. Dean por su parte le dio otra mordida a su hamburguesa, ignorándolo por completo.

—Esta… buena... —Habló de forma entrecortada con la boca llena, Sam no pudo ocultar su desagrado. Al menor le disgustaban los malos modales—. Deberías…probarla…

—No, gracias. Así estoy bien. —Sam espero que su hermano terminara de comer para poder hablar sin tener ganas de vomitar.

Ajenos a la eterna discusión de los hermanos Winchester, unos jóvenes vestidos de negro con tatuajes tomaron asiento detrás de ellos, hablando como si nada de la última cacería que habían tenido. Intrigados, Dean y Sam, dejaron su discusión para poner atención de manera disimulada.

—Sí que estuvo pesado esta vez. —Se quejó uno de los jóvenes.

—Ni lo digas, no puedo creer que nos hayan dado esta misión. Enserio, ¿un demonio de rango seis? —La chica a su lado hizo una mueca de desagrado e incredulidad.

—Pero al menos yo no salí herido —apuntó el chico mientras señalaba a su amiga, que hizo un puchero mostrando su molestia por las palabras de él, que río ante el gesto de la joven.

—¡No te rías! —Le golpeó el brazo haciendo que él otro se quejara de dolor—. Eso es para que aprendas a no reírte de las desgracias ajenas.

—Bien, discúlpame, Leya —dijo mientras se sobaba el brazo.

—Estas perdonado, Víctor. —Sonrió ella de forma encantadora.

Solo hasta ese momento, los Winchester supieron los nombres de los misteriosos jóvenes que seguían hablando como si nada de sus heridas y de su cacería, junto con algo llamado “runas” que les causaba intriga a Dean y a Sam, pues se notaban importantes, pero muy misteriosas, de todos modos, lo que les causó impacto no fue eso sino la siguiente parte de la conversación:

—¿Has escuchado lo del consejo? —Leya cambio de tema de forma abrupta.

—Sí, más o menos —dijo Víctor tomando su bebida—. Dicen que van a votar para que se reintegren las Hadas a la corte. ¿Qué te parece eso?

—Si te soy sincera, siento que están cometiendo un gran error —respondió ella poniendo los ojos en blanco.

—Opino lo mismo. Pero eso lo veremos en tres días, cuando vote el consejo.

UNA LUCHA DIMENSIONAL Where stories live. Discover now