Capítulo 25

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Simón había despertado, sentía su cuerpo molido, como si una aplanadora le hubiera pasado por encima

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Simón había despertado, sentía su cuerpo molido, como si una aplanadora le hubiera pasado por encima. Con mucho esfuerzo se puso de pie y busco a su novia; Isabella seguía inconsciente. Se acercó a ella, la levantó del suelo y la acomodó en la cama. Simón comenzó a dibujar iratze por todo el cuerpo de la azabache. Pasado unos minutos la chica Ligthwood reaccionó.

—Ummmh.

—Amor—El cazador pasó sus manos sobre el cabello de su amada—, tranquila, debes relajarte.

—Cast…Castiel —Logro decir—¿Dónde esta?

El chico no sabia si debía decirle la verdad, pero sabia que si no hablaba con la verdad su chica se iba a molestar y le iba a ir peor. Así que tomando valor hablo:

—Debes tomar esta noticia con calma amor, Castiel, él… bueno Lucifer se lo llevo—Informo, como lo había predicho Isabella no tomo a bien la noticia.

—¡Madito…! Ummm

—Por eso no te quería decir, mírate como te pones, eres muy sensible amor, peor con estas cosas.

—Es que no es…justo. Castiel no merece eso, él es muy bueno.

—Lo se, pero no lo va matar.

—¿Cómo estas tan seguro? —inquirio la mujer.

—Lucifer me dijo que debían entregar a su hijo en 24 horas.

—Espera… ¿un hijo? —la azabache se sentó en la cama y su pareja le acomodó la almohada.

—Eso fue lo que dijo. Estoy más que seguro que no hará daño a Castiel o eso espero.

—Debemos avisar a los otros, es peligroso todo esto.

—Intente marcar, pero me dice número inexistente.

—Eso significa que debemos esperar.

Mientras esperaban Simón aprovechó para hacer de comer; al regresar a la habitación encontró a su chica de pie con su arma en manos.

—Isabella —La cazadora giro y vio a su pareja, quien la observaba preocupado—, no estarás pensando en…

—Solo recogía las armas, estoy segura que los otros vienen y sabes que no les gusta el desorden.

—Tienes toda la razón—el susodicho paso con la bandeja y la dejo en la mesa para ayudar a Izzy.

Cuando ambos habían terminado de ordenar, se sentaron para comer y de pronto unos gritos se escucharon, provenían  de la sala. Los cazadores cogieron sus armas y caminaron en guardia hasta la sala.

Al llegar vieron a dos personas paradas en medio, y un hombre adulto y un joven, este último daba vueltas mirando la fortaleza.

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