9. Cuestión de honestidad

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Natalia no paraba de hablar. Temía que un silencio incómodo desatase de nuevo el tema. Le contó media vida, le habló de su familia, de sus gustos literarios y musicales, de su odio a las películas de superhéroes y el pavor que le daban los animales. Alba la escuchaba con una media sonrisa que escondía inseguridad y admiración a partes iguales. No podía enfadarse con ese ser, pero la espina que se había clavado en su orgullo le dolía cada vez que las palabras de la morena cesaban.

—¿Seguro que no quieres nada de postre? —insistía, buscando rápidamente otro asunto que tratar—. Bueno, ¿qué te apetece hacer? —vio que Alba ponía gesto serio. Iba a hacerlo, iba a soltarlo—. ¿Jugamos a algo? —intervino nerviosa.

—Vale—aceptó confundida. Nat le señaló la estantería del fondo donde guardaba una gran colección de juegos de todo tipo. Alba se acercó y comenzó a leer títulos que no le sonaban de nada hasta que dio con una curiosa carcasa y un nombre que llamaron su atención. Lo sacó con cuidado—. ¿Has jugado alguna vez?

—No, pero me ha hecho gracia. —La caja era una claqueta que albergaba el nombre del juego: Spoilers.

Dispusieron el tablero entre las dos y sobre la cama, de forma que quedaron de frente para no leerse las respuestas, y evitando que las chispas volvieran a saltar. Natalia estaba cómoda, a salvo. Alba lo notó en su dicción relajada, y supo enseguida de la tensión que le provocaba.

—La gracia de este juego es que te ponen películas que casi nadie ha visto y tienes que tratar de adivinar qué ocurre en ellas—comenzó a explicar—. Y luego hay otras tarjetas de pelis más conocidas... pero la mecánica es diferente, obviamente. En esas te dan una frase del póster o del tráiler y tienes que tratar de adivinar cuál es.

—Vale, creo que lo he pillado—dijo Alba—. Prepárate para perder—lo dijo con segundas, con todo el carisma que podía. Natalia solo pudo tragar saliva y agarrarse a la primera tarjeta como si de un chaleco salvavidas se tratase.

—Tres cazadores furtivos se adentran en el bosque para robar huevos de águila y venderlos. Uno de ellos entra en un extraño meteorito que acaba de caer. Dentro encuentra una docena de huevos de gran tamaño. ¿Qué decide hacer? —Natalia levantó su vista con una sonrisa torcida y comenzó a leer las posibles respuestas como si fuera Carlos Sobera—. A. Sacarles fotos B. Llevarse todos los que puede. C. Romperlos todos

—Eres estúpida—rio Alba al escuchar la imitación—. No sé, esto es muy raro.

—Ah, se me olvidaba. Yo tengo que recomendarte una respuesta, pero puedo mentir o decir la verdad. Si miento me restan puntos, pero vamos, podemos jugar así un poco de prueba—hablaba rápido y nerviosa de nuevo—. ¡Yo te digo que es la B!

—Tiene lógica... pero tu cara no me encaja—observó—. Has hecho una mueca rara.

—¿Yo?

—No, el huevo—se burló—. La C—acertó. Natalia rodó los ojos y bufó mientras que la rubia gritaba emocionada—. Me gusta este juego. ¡Ah, me toca a mí! —agarró su tarjeta con ímpetu y se dispuso a leer—. Mrs. A y Mrs. N son dos ladronas que acaban de conocerse al entrar en una novedosa banda de atracadores. La chispa salta enseguida entre ellas y acaban pasando juntas la noche. ¿Qué hacen? —carraspeó su garganta antes de darle opciones—. A. Hacen el amor alocadamente en una costosa suite, B. Se cuelan en la casa de un conocido expresidente y C. Un OVNI aparece y las abduce inesperadamente.

—Qué cojones—rio la chica—. De este juego me lo espero todo—se quedó pensando.

—Mi recomendación es la B—dijo, tapándose la cara para no hacer ningún tipo de tic sospechoso.

—Pues la que menos pensaba—se rascó el cabello algo indecisa. A Alba le encantó el gesto—. Diría que es la C. Nadie se inventaría esa opción si no fuera verdad...

Malasaña - (1001 Cuentos de Albalia)Where stories live. Discover now