Victoria O'Malley es una chica elegante y seria quien en una reunión de trabajo conoció a Derek Sokolov, un hombre guapo de veinticuatro años que termina embobado con ella y la secuestra. Sin embargo, se lleva una gran sorpresa al notar que esa chic...
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Empecé a abrir mis ojos al mismo tiempo que me sentaba en la cama con algo de dificultad, esto se debía al dolor se estaba paseando por todo mi cuerpo, el cual cabe resaltar se encontraba cubierto por una sabana bastante gruesa.
Me percaté de que el lado en donde debía estar Derek se encontraba vacío y algo frio, lo que me indicaba que se había ido hace mucho tiempo. Solté un largo suspiro y decidí levantarme de la cama para investigar la habitación, sin embargo, con tan solo poner un pie fuera de la cama un dolor agudo se alojó en mi cadera haciéndome caer.
—Lo que me faltaba. —susurre para mí misma, molesta por mi ridícula situación.
—Buenos días Victoria. —al escuchar aquella voz varonil mire en dirección al pasillo encontrándome a Derek observándome con diversión.
—Hola Derek. —saludé cortante tratando de levantar sin tener éxito.
—¿Por qué tan cortante de repente cuando estabas tan habladora anoche? —preguntó acercándose a mí con toda la tranquilidad del mundo —Para ser tu primera vez estuviste excelente. —dijo tomándome entre sus brazos como una princesa.
Sentí mis mejillas enrojecer y llevé mi mirada muy lejos de la de él, me sentía tan avergonzada de mi misma por haberme dejado llevar, pero mi subconsciente me decía que lo había hecho bien, ya que esa era la única forma de él creyera que realmente lo disfrutaba. Aunque me diera asco o vaya en contra de mis principios, debía hacer lo que sea para ganarme la confianza de este tipo y usarlo a mi merced.
—Ya hemos llegado mi reina. —al escuchar eso no puede evitar reír mientras observaba el lugar en el que nos encontrábamos: El baño. —¿ De qué te ríes? —preguntó dejándome sobre la tapa del retrete antes de acercarse a la tina y abrir la llave.
—Del hecho de que me llames "Mi reina". —respondí volviendo a mi típico semblante serio.
—Eso es lo que eres, eres una reina elegante, digna de este rey. —habló él sonriéndome seductoramente.
Yo solo solté un suspiro a la par que negaba, segundos después él me tomo nuevamente como princesa y me entro en la tina delicadamente. Empezó a bañarme a lo que yo comenzaba a pensar en mi familia, era obvio que todos estarían devastados y buscándome, principalmente mi madre. Con tan solo imaginar a mi madre llorando se me partía el corazón, el hecho de que ya no podríamos estar juntas hasta quien sabe cuándo, tendría que estarle carcomiendo la consciencia.
—¿Acaso estas llorando? —preguntó Derek sacándome de mis pensamientos con brusquedad.
—Por supuesto que no. —contesté con el ceño fruncido echándome agua en la cara, aunque era inevitable para mí no llorar cuando pensaba mi madre.
—Piensas en tu madre. ¿No es así? —preguntó con seriedad a lo que yo lo observe incrédula —Cuando tu ibas, yo venía. —agregó como si me estuviera leyendo la mente, pero obviamente no era así.
