Victoria O'Malley es una chica elegante y seria quien en una reunión de trabajo conoció a Derek Sokolov, un hombre guapo de veinticuatro años que termina embobado con ella y la secuestra. Sin embargo, se lleva una gran sorpresa al notar que esa chic...
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El sonido de los zapatos de Victoria resonó por el lugar llamando la atención de Derek, quien la miro con una sonrisa de lado. Estaba hermosa con aquel simple vestido rosa con algunos detalles de encaje negro, su cabello estaba recogido en una trenza que terminaba como un moño bastante elegante, su maquillaje era bastante extravagante, pero a la vez bonito, y por ultimo llevaba unos zapatos negros con un pequeño tacón.
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—Te ves preciosa mi reina. —le alago Derek a la rubia, extendiendo su mano para ayudarla a bajar los últimos escalones.
—Gracias. —contestó Victoria con una pequeña sonrisa —¿Tu madre sabe quién soy realmente? Lo digo porque no me dijiste que use la peluca. —preguntó Victoria observando la puerta de entrada, la cual estaba totalmente abierta dejando ver hacia el exterior.
—Por supuesto que sí, no puedo mentirle a mi familia. —dijo con orgullo, como si hubiese ganado una medalla de oro. Cosa que le causo una gran incomodidad a su pequeña acompañante.
Luego de un par de minutos, las personas esperadas en la mansión llegaron. Victoria miro sorprendida a las dos chicas que eran físicamente diferentes a su captor: Tenían el cabello negro y los ojos marrones.
La madre tenía el cabello corto hasta los hombros, era baja de estatura y tenía unas facciones totalmente finas, su piel era tan blanca como la porcelana. Mientras que su hija era mucho más alta que ella, también tenía facciones finas y su piel era un poquito más oscura que la de su progenitora.
—¡No me lo puedo creer! —exclamó la madre de Derek acercándose a Victoria con una gran sonrisa en sus labios. —¡En fotos había visto que eras linda, pero en persona eres guapísima! —agrego con una notable emoción agarrando a su futura nuera de las manos.
—Muchas gracias señora Conte. —respondió Victoria un poco abrumada por la desbordante alegría de la pelinegra.
—Oh por favor, dejemos las formalidades. Solo llámame Gina. —le pidió la mayor a la rubia, quien le respondió con un asentimiento.
—Madre, deberías dejarla respirar. —habló la hermana de Derek con una pequeña sonrisa en sus labios, provocando que su madre soltara un suspiro y vaya a saludar a su hijo —Discúlpala Victoria, es bastante efusiva. —dijo mirando como su madre era guiada al comedor por su hermano.
