Victoria O'Malley es una chica elegante y seria quien en una reunión de trabajo conoció a Derek Sokolov, un hombre guapo de veinticuatro años que termina embobado con ella y la secuestra. Sin embargo, se lleva una gran sorpresa al notar que esa chic...
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Solté un suspiro de frustración posando mi cabeza sobre mis manos. Abrí los ojos para observar mi despacho pensando en cómo arreglaría las cosas con Victoria, quien a pesar de decirme que estaba bien, sus acciones me demostraban todo lo contrario.
Su mirada era melancólica y no paraba de soltar suspiros, ni siquiera quería mirarme a los ojos una vez llegamos a la mansión, cosa que me ponía como un loco...Hasta me daba algo de gracia. Esta gran preocupación que sentía por la rubia representa mi gran amor hacia ella, quería que ella sonriera nuevamente para mí.
El sonido de unos toqueteos en mi puerta me hizo ponerle atención, ordene que entraran y rápidamente entro mi mayordomo avisándome que cierta persona había llegado. Una sonrisa llena de burla apareció en mi rostro al mismo tiempo que le decía al hombre de traje que la dejara pasar.
A los pocos segundos una despampanante chica de cabello color rojo que combinaba perfectamente con sus hermosos ojos verdes entro a mi despacho con una enorme sonrisa pintada de rojo, su cuerpo bien dotado estaba cubierto por un vestido negro que le llegaba hasta las rodillas.
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—Y yo que pensaba que nunca me pedirías el favor de vuelta. —confesó la chica cruzándose de brazos —Es bueno verte de nuevo Derek. —saludó sentándose en una de las sillas que se encontraban frente a mi escritorio.
—También lo digo Nicoletta. —dije levantándome de mi asiento, luego, comencé a caminar en dirección a mi minibar— ¿Qué te apetece tomar? —le pregunté sabiendo que pronto me pediría algo.
—Un whisky estaría bien. —afirmo sonriente, a lo cual yo saqué dos vasos y vertí un poco hielo con un poco de aquel líquido.
—Aquí tienes. —dije colocando el vaso frente a ella, quien no paraba de mirarme con una sonrisa cargada de nervios.
—¡Joder! ¡Ya dime lo que me vas a pedir! —exclamó desesperada sin aquella sonrisa de sus labios.
—¿Quieres calmarte? —pregunté claramente molesto por su comportamiento a la par que volvía a sentarme en mi asiento —Quiero que te vuelvas la sirvienta de alguien. —al decir eso, Nicoletta, que estaba tomando un pequeño sorbo de su trago se ahogó con el mismo y empezó a toser.
