He visto un bosque, cubierto por niebla, el frio recorría mi cuerpo, tenía miedo, miedo y estrés, ¿Alguien me perseguía? ¿Buscaba a alguien? El barro ensuciaba mis pies descalzos, los cortes por las rocas llenaban mis piernas de heridas, ¿Donde estaba mi meta? En la lejanía, observé una muchacha con una trenza marrón, me quedé embobado mirándola, nisiquiera las driadas eran capaces de tener semejante belleza, acto seguido apareció un hombre de pelo negro y corto, rápido la agarró y le clavó una estaca en el pecho, entonces corrí, sin pensarlo corrí, el bosque empezó a arder, los animales huían conmigo, ciervos moribundos, mutilados, seres de las sombras me agarraban los pies, no me dejaban ir tras ella. Entonces llegué, le abracé y le intenté salvar, le cogí en brazos, le puse los labios en el pecho intentando sanarle con mi luz, su piel era muy blanca y suave pero corrompida por la oscuridad de ese asesino, le agarré del cuello y le mordí, solo quería que viviese, solo quería que aquel bosque volviera a estar en orden, le intenté pasar toda mi alma, no pude, en mis brazos, el cadáver de una diosa robada, corté su trenza y me la guardé con todo mi cariño, fui pués detrás de aquél en asesino, la niebla se hizo más densa hasta que parecía no tocar el suelo, los árboles empezaron a caer sobre mí, era como si no quisieran que me vengase, él se había convertido en mi presa, pasé días buscándole hasta que, en la entrada de una cueva le encontré, sin pensarlo me lancé sobre él, empecé a ahogarle, sin darme cuenta sacó de su mochila un puñal y me lo clavó en el pulmón, la sangre empezó a regar la tierra pero eso no hizo que dejase de pelear, mi ira contenida tras días era más fuerte que el dolor de la herida, entonces, cogí una piedra y le abrí la cabeza, una vez en el suelo pude fijarme bien en su rostro, no pude creerlo, era igual que yo, ¿tanto odio para alguien igual que yo? La tierra me tragó y ambos caímos a un vacío del que no podemos salir...
