Karma Se Escribe Con Mayúscula

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Me enamoré perdidamente de alguien desde la primera vez que lo vi. No es que fuera superficial pero... Bueno si, si lo era. Desde que lo vi, toda clase de pensamientos impuros vino a mi cabeza y con cada paso que daba hacia él ya me andaba imaginando de cuantas formas y posturas podría ponerme usando esos brazos que... Quiero decir... Bueno, ya me estoy desviando del tema.

Lo que quiero decir es que me enamoré.

Si, eso.

Nunca me he considerado como una persona extraordinaria, pero tengo un trabajo en el que me va muy bien, tampoco creo que me vea taaan mal. Es decir, gasto miles en mi aspecto y en mi ropa, algo bueno saldría de eso ¿no?

Nuestro primer encuentro con aquella persona tampoco fue algo increíble, al contrario ese día estaba totalmente molesto con mi papá. Lo amo, en serio... Pero es del tipo de personas que cada vez que me visita se la pasa diciendo cosas como “Hyungwon, quiero café” “Hyungwon, ¿donde está la sabana blanca que pedí” “Hyungwon, necesito un masaje en los pies” “Hyungwon, pasame el control de la televisión...” ¡A veces lo tiene justo al lado y me hace caminar desde la habitación! Pero lo peor es escuchar mi nombre una y otra vez saliendo de su boca.

A veces pensaba seriamente en cambiarlo, no sé, tal vez usando un nombre alemán como por ejemplo “Schmetterling” dejaría de molestarme tanto, pero claro que no lo cambiaría, sobre todo porque ese nombre es de mujer y significa mariposa. Y no, no luzco en absoluto como alguien a quien le apetezca llamarse mariposa.

En fin, ese día al igual que todos los días de mi existencia en los que mi padre estaba cerca, no paraba de hablar mientras ibamos en el auto, rumbo a mi apartamento.

Había tenido una jornada larga, reuniones y tanta cosa, que a esas alturas todo lo que quería era lanzarlo por la ventana del auto e irme en paz, pero no podía porque era mi padre y para ponerle la cereza al pastel, también era mi jefe. Así que me aguanté en silencio, hasta que llegó a algo que sabía que no podía ignorar; su adicción a los cigarros.

— Hyungwon, necesito cigarros. —me dijo mirando su cajetilla vacía.

Quería golpearlo en serio. Le había preguntado no una, sino 5 veces antes de salir del edificio, para ver si necesitaba algo más y en todas me dijo que no.

— ¿Sigues con eso? Dijiste hace como 10 años que ibas a dejarlo. —le reclamé.

Pero claro, a nadie le gusta la verdad y menos si es un hijo quien se la dice a un padre, así que en vez de una respuesta lo único que obtuve de su parte fue un buen golpe a mano abierta en la parte trasera de mi cabeza.

— El hecho de que seas adulto no te da derecho a irrespetarme. —me recalcó.

No había ningún irrespeto pero sabía que si decía algo más acabaría por hacerme una llave a lo Bruce Lee y sinceramente todavía quería conservar mis huesos en perfecto estado, así que no hice nada más que suspirar con molestia.