🌻 Capítulo 31

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Su aspecto ha cambiado un poco en estos meses que llevo sin verle; está algo más musculado, sobre todo en la zona de sus brazos, y su pelo ha crecido un poquito. Va vestido con una camiseta negra de manga corta y unos vaqueros largos del mismo color. Él ríe junto con el resto de sus acompañantes mientras charlan y se aproximan a la barra a pedir algo para tomar. El corazón me palpita con fuerza y de forma desenfrenada al pensar en Daniel, en que puede estar justo aquí.

Sin más demora, me pongo a buscarle con la mirada, pero él no ha venido con su hermano, cosa que llego a comprender al acordarme de la ansiedad social que le ha causado su mutismo selectivo. Mi emoción decae al corroborar por tercera vez, que no está por aquí, pero muy lejos de rendirme, decido ir a hablar con Lucas para ver si me puede informar un poco sobre lo que ha estado pasando durante todo este tiempo y así yo poder explicarme al respecto, pues le debo una disculpa a Dani.

—¿Me disculpas un momento? —le digo a Bruno.

—Por supuesto, aquí te espero.

Oída su contestación, sorteo a las personas que hay por mi camino con cuidado de no molestarlas y me voy acercando hacia donde se encuentra el chico rubio. Una vez que estoy justo detrás de él, le doy un par de toquecitos en el hombro para llamar su atención. Lucas se da la vuelta de inmediato y, en cuanto aparezco en su campo de visión, sus ojos se iluminan y su sonrisa se amplía en una en la que me muestra toda su dentadura.

—¡Wendy, cuánto tiempo! —exclama con alegría—. ¿Cómo estás?

Antes de que pueda contestar, me da un fuerte abrazo que yo le correspondo. En el instante en el que ambos nos separamos, me dispongo a responder.

—Muy bien, ¿y tú?

—Genial, fuerte como un roble. —Lleva sus puños hacia su pecho, presumiendo de los músculos que le ha debido de dar el gimnasio—. Oh, ¿estás por aquí con...?

Intuyo cómo va a terminar la pregunta, así que contesto antes de que pueda decir ese nombre.

—No, rompí con él hace tres meses. —Niego con la cabeza—. Acabé en el hospital bastante perjudicada por ello, pero ahora siento que respiro un poquito mejor.

—Joder. —Hace una mueca de dolor con sus labios—. ¿Lo has denunciado?

—Sí, el juicio es en septiembre.

—Buah, me alegro mucho de que hayas salido de esa jaula. —Sonríe cálidamente—. ¿Cómo lo llevas?

—Bueno, voy poco a poco. —Me encojo de hombros.

—Eso está bien. La verdad, se te ve más alegre.

Tras sonreírle por sus palabras, una de las chicas de su pequeño grupo le llama para entregarle la bebida que seguro que ha pedido antes de que yo llegase hasta aquí. Él la toma de entre sus dedos, agradece y le dice que estará un rato hablando conmigo porque lleva tiempo sin verme y que, por lo tanto, se unirá a ellos nada más terminar la conversación.

Hecho esto, se gira hacia a mí yo me dispongo a preguntarle por su hermano pequeño, no obstante, al hacerlo, la música aumenta considerablemente de volumen y el muchacho no logra escucharme. Lucas acerca su rostro un poco al mío y me propone, en un tono de voz más alto de lo normal, salirnos un momento fuera para poder charlar con tranquilidad. No lo dudo siquiera un segundo y asiento con la cabeza un par de veces.

El rubio le da un largo trago a su copa y, acto seguido, se la deja a buen recaudo a otro de sus amigos. Después de avisarles donde va a estar, me hace un gesto con la mano para que le siga entre la aglomeración de gente hasta la salida del local. Entre algún que otro empujón, ambos conseguimos salir a la calle, donde se puede respirar aire fresco y disfrutar de la brisa veraniega de la una de la madrugada; a estas horas no hace tanto calor como por el día, ni tampoco un frío excesivo. Se está genial.

Luna de mielOnde histórias criam vida. Descubra agora