8. La realidad

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Después de dos copas y media de champagne acompañadas con la comida, a Jaemin le pareció que debería dejar de beber. La idea de subirse a la mesa y enseñarles el culo a los invitados de la boda no le parecía interesante.

   La tortura que inicialmente creía poder soportar con el pasar de las horas se volvió algo sencillamente horrible. Jungwoo se había sentado con ellos y no dejaba de bromear y de sonreír, radiante y soñador, como si fuera la persona más feliz en todo el mundo. Y quien sabe, puede que así fuera. Jaemin no quería envidiarlo porque Jungwoo era casi tan dulce y bueno como Jeno, así que lo dejó pasar, respondiendo sus chistes y riendo nerviosamente cuando les lanzaba indirectas acerca de su propia boda.

   Si tan sólo supieras, Jungwoo. Si tan sólo supieras...

   No obstante, la parte más dolorosa del día, sin duda alguna fue bailar. Una canción que tocaba la orquesta fue la puerta a muchas de sus desgracias. Todas las parejas se pusieron de pie y encerraron a los recién casados al centro. Jaemin naturalmente pensó que nada de eso tenía que ver con él, pero cuando Jeno se puso de pie y lo miró, tendiendo una mano a su dirección, pensó que la idea de emborracharse y enseñar el culo ya no era tan mala.

   Jaemin lógicamente iba a negarse. No de forma grosera, pero iba a ser rotundo con su respuesta, después de todo nadie les estaba prestando atención. Pero, luego, una parte que se encargaba de traicionarlo en sus peores momentos de desgracia, le dijo "¿Por qué no? Toma todo lo que quiera darte por esta noche y los remordimientos déjalos para después". Sonaba tentador y también muy fácil, pero ¿realmente lo era? ¿Su corazón lo iba a poder soportar?

   Iba a averiguarlo.

   Tomó la suave mano de Jeno entre las suyas, acariciando sin querer sus nudillos en el proceso. Jeno sonrió, elevando sus manos mientras se hacían paso a la pista, casi donde estaba Jungwoo con Yukhei bailando. Jaemin quería a protestar, pues aquello no le parecía adecuado, pero cuando iba a hacerlo Jeno lo tomó por la cadera y luego, lo hizo girar por la pista, mientras le sonreía con esa preciosa boca que por tanto tiempo había sido suya.

   El tiempo parecía haberse detenido. Nadie los observaba, nadie les prestaba atención. Era su pequeña burbuja, el reflejo de sus mayores deseos brillando en la oscuridad de la noche. La música acompañaba cada paso, Jeno era un bailarín estupendo, había aprendido de los mejores profesores durante años, pero aun así no le gustaba bailar y ahí era cuando Jaemin se molestaba por desperdiciar su talento.

   Pero por esa noche, sólo por esa noche estaba entregándose a él mientras lo miraba y sus manos se aferraban a su cuerpo con fuerza. Jaemin se sintió mareado y no por las vueltas, sino por su belleza. Por todo el amor que estaba sintiendo por él. 

   Sabía que Jeno jamás le haría daño. Era el hombre más bueno y bondadoso que había conocido en toda su vida. Siempre se preocupaba por su bienestar, cuidaba de él y ponía sus necesidades encima de las suyas. Lo amaba, lo quería tanto, ¡Oh maldita sea, claro que lo hacía! Y por eso, no le cabía en la cabeza porque demonios no había funcionado. Porque su relación repentinamente dejó de llenar sus expectativas.

   La música se volvió más lenta. Se permitió ser débil, y recargó la mejilla contra su hombro, suspirando mientras Jeno lo envolvía por la espalda y le besaba la cabeza. 

   La realidad por desgracia, llegó demasiado pronto. Jaemin se sintió mal; débil y cobarde. ¿Qué estaba haciendo? Jeno había dejado las cosas claras. Ya no lo quería y por eso lo había dejado, ¿verdad? Si no ¿Qué otra cosa iba a ser?

   Suspiró una última vez el aroma que lo hacía sentirse como en casa, y se separó de él, mirándolo directamente a los ojos antes de susurrar un "lo siento, no puedo", y retirarse de la pista. Esquivando a las parejas que bailaban y disfrutaban como él alguna vez lo había hecho.

Move On |NoMinWhere stories live. Discover now