Epílogo

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Algunos años después. 

La toga le estaba entorpeciendo los pasos, enredándose entre sus zapatos, que para colmo de males, por ser nuevos era incomodos. Intentó buscar con la mirada a sus padres o a Jeno para darles todo lo que traía entre manos: las flores que le habían regalado sus amigos y los papeles que le entregó la universidad. Pero, no los encontraba. Habían estado en primera fila cuando dio su discurso de despedida e incluso gritaron su nombre al ver como el director le entregaba su título.

   ¿A dónde habían ido entonces?

   — ¡Jae! —Haechan lo sorprendió, apareciendo de la nada y pasando uno de sus brazos por su cuello, desacomodándole el birrete. Jaemin tuvo que jalárselo hacia la derecha con el cordoncito amarillo que tenía para que se le acomodara de nuevo sobre la cabeza—. ¡Lo hiciste! Superaste las expectativas de la gente. Después de todo si tienes un cerebro.

   Jaemin lo miró con los ojos entornados y maldijo en su interior el no tener las manos desocupadas para darle un buen golpe a su amigo en la cabeza.

   — ¿No se supone que vienes para apoyar?

   — ¡Claro que sí! —Haechan sonrió con prepotencia—. Ahora mismo te estoy dando motivación personal al decirte que superaste las expectativas.

   Jaemin puso los ojos en blanco pero no puedo evitar sonreír. No podía estar amargado en un día tan especial como su graduación.

   —No encuentro a mis padres ni a Jeno, ¿los has visto?

   —Eres muy pesado amigo, ¿Por qué no te diviertes un poco más? ¿Ya te despediste de tus compañeros?

   —Los voy a ver en la fiesta, Haechan, no es necesario —Jaemin comenzó a sentirse un poco inquieto, ¿acaso se habían ido sin él?—. Creo que mejor me voy a buscarlos.

   Haechan lo miró con una mueca y le volvió a poner los brazos sobre los hombros, impidiendo que se fuera.

  —Espera un minuto más, seguro ya vienen.

   — ¿Por qué estás tan negado con que los busque? —Jaemin frunció el ceño, sospechando que algo malo estaba pasando por la extraña actitud de su amigo—. No me digas que ya se fueron sin mí.

   Haechan soltó una carcajada sonora mientras él hacía un puchero. La situación lo estaba divirtiendo pero Jaemin creía que no había nada por lo cual estar alegre.

   ¡Lo habían olvidado!

   —No te dejaron, Jae. Deja de ser tan paranoico.

   —No soy paranoico —y era verdad, sólo estaba un poquito preocupado por su soledad—. Ahora que lo pienso tampoco veo a Jungwoo, ¿Dónde demonios se metieron todos?

   Buscó con la mirada a Jungwoo o a sus padres, pero de nuevo, nada. Los asientos de la primera fila ya estaban vacíos y no se veían por ninguna parte del auditorio, ni siquiera de pie. Jaemin se estaba planteando seriamente la posibilidad de que había sido vilmente abandonado, ¡y en su propia graduación!

   —Eres más difícil de convencer que una señora en el supermercado, Jae.

   —Qué ejemplo tan absurdo, ¿Por qué las señoras son difíciles de convencer?

   —Porque cuando no hay el producto que les gusta entonces no compran nada.

   —Que tonto.

  —Eso díselo a nuestro sistema capitalista. 

Move On |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora