26. Expuesto

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Su profesor de Introducción al Derecho se paseaba de un lado a otro por el salón de clases, hablando con su característica voz ronca y apuntando con su laser las dispositivas que se reflejaban en el pizarrón. 

   —La unilateralidad de las reglas éticas se hace consistir en que frente al sujeto a quien obligan no hay otra persona autorizada para exigirle el cumplimiento de sus deberes.

   Jaemin tenía ganas de darse un tiro.

   Y no porque no entendiera la clase, en realidad los conceptos que estaban manejando durante ese semestre eran básicos, esos mismos que ya había visto en el Instituto durante su último año. Más bien lo que hacía que sus ganas de estudiar o de poner atención fueran nulas, era la voz de aquel hombre que le provocaba tanto sueño. ¿No podía hablar más rápido? Estaba a punto de dormirse. 

   Por desgracia no podía hacer eso. Principalmente porque su profesor era demasiado estricto como para permitir cualquier conducta fuera de lugar. Habían transcurrido tres semanas desde que ingresó a la universidad y a Jaemin le parecía mentira que ya tuviera ganas de desertar y vender posters de Lee Min Ho debajo de un puente.

   A fin de matar su aburrimiento y evitar dormirse a media clase, rebuscó en su mochila un marcatextos y comenzó a rayar la última hoja de su libro. No tenía ni idea de que quería dibujar, pero no hubo necesidad de pensar demasiado cuando un montón de líneas rosadas trataron de tomar forma sobre el papel. Jaemin sacó la lengua y se delineó el labio inferior con ella, en un acto de pura concentración.

   Después de cinco minutos, el resultado lo desconcertó.

   Había escrito el nombre de Jeno entre corazones. El jodido y bendito nombre de Jeno entre corazones, ¿había algo más ridículo que eso?

   Jaemin tenía ganas de llorar.

   —Señor Na, ¿puede decirme por qué las normas jurídicas son bilaterales?

   Mierda, ese era un buen momento para reconsiderar tirarse por la ventana.

   Jaemin abrió la boca para contestar cualquier estupidez (mejor eso a quedarse callado) que se le viniera a la mente, pero por suerte un chico a lado de él gritó ¡La clase ya terminó! Y un profundo sentimiento de alivio lo iluminó cuando el profesor vio la hora en su reloj y frunció el ceño, asintiendo sin muchas ganas.

   —Muy bien, los veo mañana. No olviden repasar sus apuntes.

   Jaemin se llevó una mano al pecho y con premura volteó a ver a su salvador. Era un chico de cabello grisáceo y sonrisa juguetona.

   Con la intención de agradecer la buena acción que un desconocido había hecho por él, se apresuró a guardar sus cosas y a ponerse de pie, tomándolo del brazo y dedicándole una expresión, que esperaba, no fuera la de un loco o un acosador.

   —Oye, ¡espera!

   El chico, finalmente giró sobre sus talones y lo miró con una sonrisa.

   — ¿Qué pasa?

   —Gracia por salvarme —Jaemin dijo, rascándose la parte posterior del cuello con nerviosismo—, no me sabía la respuesta y me has ahorrado un cinco en mi primer semestre.

   Él chico ladeó la cabeza, curioso.

   —No es nada, no te preocupes. Debe ser terrible que te pregunten algo que no sabes, ¿verdad?

   Jaemin frunció el ceño y no pudo evitar indignarse un poco, ¿acaso lo estaba llamando estúpido? 

   —Tampoco es como que no me la supiera por completo —Jaemin se cruzó de brazos, soltando un bufido—. Recordando bien, a lo mejor si me la sabía.

Move On |NoMinWhere stories live. Discover now