23. El camino difícil

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Sus dedos acariciaban con suavidad las hebras oscuras de su sedoso cabello. Jeno había dejado de llorar desde hacía un rato y se había quedado dormido sobre su pecho. Jaemin lo llevó al sofá, haciendo lo posible por sostenerlo y también por sostenerse, como siempre lo habían hecho.

    Juntos.

   Le daba tanta rabia y coraje ver como Jeno sufría frente a sus ojos, sin poder hacer nada al respecto, que poco le faltaba para que sus instintos asesinos se hicieran presentes. Nunca en su vida lo había visto tan devastado, como si hubiera perdido todas las esperanzas. Y bueno, Jaemin no podía decir que estaba exento de toda culpa. Jeno se lo confirmó cuando repitió varias veces antes de caer rendido por el agotamiento: ¿Por qué? ¿Por qué te entregaste a alguien más? Y él no podía darle una respuesta. Ni siquiera una justificación. Había actuado de esa forma porque tenía el corazón roto y muchas ganas de olvidarse del hombre que le tatuaba la piel con besos y la vida de amor. Nunca esperó que las consecuencias por ello fueran tan horribles.

   Pero lo eran.

   Jeno sentía que lo había traicionado, que su encuentro de una noche fue suficiente para borrarlo de su sistema. Pero, ¡cuán equivocado estaba! Si tan solo supiera que había terminado hablando de él con Hyunjin, seguro ni se lo creía. 

   El único camino que les quedaba entonces, era el de comenzar a sanar y reconstruir su relación. Jaemin era consciente de que no iba a ser fácil, pero precisamente las cosas que más cuestan en la vida son las que más valen la pena. No estaba dispuesto a dejarlo ir. Lo amaba tanto que de sólo imaginarse una vida sin él; sin sus besos, sin su sonrisa que hacía de sus ojos dos medias lunas... sentía que nada tenía sentido. 

   Cada uno tenía sus propias batallas internas y probablemente iba a pasar mucho tiempo para que lograran ganarlas. Pero Jaemin esperaba que lo intentaran, que no les dieran la satisfacción a esas personas que tanto querían verlos fallar, de separarlos. Su amor debía ser mucho más fuerte y mejor que eso.

   Jeno se removió entre sus brazos, sacándolo de su ensimismamiento. Jaemin sonrió, dejando de acariciar su cabello para delinearle las facciones con las yemas de los dedos: desde la punta de su perfilada nariz, hasta sus labios delgados y rosados. A Jaemin le encantaba su apariencia física. Sentía que no había hombre más sensual y hermoso en el mundo como él. Incluso su lunarcito en el pómulo, ese que parecía insignificante, suponía un detalle que le encantaba en demasía.

Jeno volvió a removerse debido a sus toques, frunciendo el ceño, probablemente sintiendo cosquillas. Jaemin suspiró, con un repentino ataque de amor y ternura, y bajó el rostro hasta posar sus labios sobre una de sus tibias mejillas, tomándose su tiempo para grabarse el sabor de su piel. Después, acarició con sus labios sus pómulos hasta llegar a sus parpados hinchados, depositando un beso en cada uno.

   Y entonces despertó.

   Parpadeó varias veces, tratando de enfocar la mirada. La oscuridad de la casa no era absoluta, pero si la suficiente para desconcertarlo. La única luz que los iluminaba era la de la lámpara del recibidor. Francamente a Jaemin le gustaba estar así, con él entre sus brazos a mitad de la noche. Aunque sospechaba que el amanecer estaba más cerca de lo que creía.

   —Hola —Jaemin sonrió, retomando las caricias sobre su cabello para ponerlo en calma. Siempre que estaba ansioso lo tranquilizaba de esa forma—. Te quedaste dormido.

   Jeno lo miró y parpadeó un par de veces más, antes de suspirar profundamente.

   —Jae, escucha...

   —Basta —Jaemin colocó uno de sus dedos sobre sus labios, haciéndolo callar—, ya has hablado suficiente, ahora me toca a mí.

   Jeno tragó saliva con fuerza y luego, asintió. Evidentemente temeroso por lo que estaba a punto de decirle.

Move On |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora