18. Hasta el final

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Hyunjin lo dejó fuera de su departamento exactamente a las doce en punto. Jaemin trató de no reírse, pero no pudo evitarlo. Era como si aquello se tratara de una coincidencia muy tonta. El estúpido hechizo que se rompe a media noche. ¿Se había convertido en una clase de cenicienta o algo así?

   — ¿Quieres que te acompañe a la puerta? —Hyunjin apagó el auto y se giró a mirarlo, con una sonrisa—. La calle está muy sola.

   —No hay problema, en el edificio tenemos seguridad —Jaemin se encogió de hombros. No quería darle más molestias—. Puedo hacerlo solo.

   Hyunjin asintió, quitando los seguros de las puertas.

   —Tienes mi número así que puedes llamarme cuando quieras —lo miró fijamente y Jaemin asintió—. No tienes que hablarme de tu ex sino quieres. Podemos salir y tomar algo.

   — ¿Cómo amigos?

   Hyunjin soltó una carcajada.

   —Como amigos.

   Jaemin suspiró con alivio. Al menos no tenía que cargar con un odio innecesario. Había ganado una nueva amistad y esperaba que fuera tan buena como en ese momento aparentaba. Hyunjin le caía bien.

   —Me alegra haberte conocido. Gracias por... ya sabes, la terapia para mis dolores de mierda —Jaemin sonrió, tratando de no sonrojarse, todavía se sentía avergonzado—. Nos vemos después.

   Se despidió de su inusual cita con un gesto de mano y abrió la puerta del coche, sintiendo el fresco aire de la noche contra las mejillas. La calle estaba desierta y solo las luces de algunos departamentos iluminaban su edificio. Jaemin súbitamente se sintió ansioso. No creía que Jeno fuera capaz de estarlo esperando todavía. Ya habían pasado horas desde que planeaban verse y francamente no creía que tuviera la determinación (o la paciencia) para permanecer afuera de su puerta. Que su auto, por otra parte, no estuviera a la vista, confirmaba aún más su teoría.

   Entró al edificio y notó que el encargado estaba sentado, con los brazos cruzados y la cabeza hacia abajo, se había quedado dormido. Pasó de él y siguió con su camino, subiendo las escaleras y rebuscando las llaves en los bolsillos de sus pantalones. Esperaba que con tantas cosas que había hecho en el día no las hubiera perdido.

   Cuando por fin las encontró, se sintió aliviado. Subió las últimas escaleras que quedaban para llegar a su piso y una vez en el pasillo, vio una silueta. Detuvo sus pasos y se quedó quieto. Sin poder avanzar.

   Jeno se había quedado dormido afuera de su puerta.

   Un sentimiento de culpabilidad y tristeza lo inmovilizaron por completo. Jeno lo había estado esperando por más de diez horas con una determinación que lo estaba asustando y también sin querer, conmoviendo. No sabía si lo había llamado a su celular porque lo había apagado, pero algo le decía que su ex novio no iba a estar conforme hasta que lo escuchara.

   Hasta que le dijera eso que tanto lo estaba atormentando.

   Se acercó lentamente hacia él, mirándolo con atención: su pecho subía y bajaba con tranquilidad mientras algunos mechones de su cabello oscuro le cubrían la frente. Tenía los brazos caídos a cada costado de su cuerpo y la barbilla, se apoyaba contra el centro de sus clavículas, como si fuera un hermoso muñeco de trapo. Iba a tener un dolor de espalda terrible cuando despertara, Jaemin estaba seguro, pero aun así no pudo evitar maravillarse visualmente por algunos segundos más. Jeno era sencillamente hermoso.

   Al estar frente a él, admiró sus facciones tranquilas: sus pestañas negras cubrían su piel y su boca rosada estaba cerrada, como si sus labios estuvieran sellados. Un asalto de amor y ternura que creía haber enterrado en el fondo de su alma brotó sin piedad. ¡Cuánto había extrañado a Jeno! Tanto, que en ese momento el corazón le dolía. Su relación era la única cosa estable y grandiosa que le había pasado en la vida y de un momento a otro, se la habían arrebatado.

Move On |NoMinWhere stories live. Discover now