Uno

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Eran casi las siete de la noche cuando Joel apresuraba sus pasos para llegar a su casa.

Era noche buena y al menos quería beber una gran taza de chocolate caliente, acurrucado en su cama mientras esperaba que las galletas de almendra estuvieran listas.

Quería pasar la noche viendo películas navideñas dónde si existían los finales felices.

Y despertar tarde mañana, porque es navidad y no tiene nada más que hacer.

Camina por la vereda pisando la nieve que está sobre esta solamente por gusto.

Adora lo suave que es.

Dirige su mirada hacia el cielo y ve como descienden lentamente los copos de nieve.

Adora estas fechas.

Gira hacia la derecha donde se encuentra un pequeño parque, siempre pasa por ahí para llegar a su departamento. Aveces suele sentarse unos minutos en la vieja banca frente al resbalin, solo para perder el tiempo.

De todos modos Joel nunca tiene algo que hacer. Solo ir al trabajo por las mañanas y volver a casa por las tardes.

Es su típica rutina.

Cuando está pasando cerca a la vieja banca escucha un ruido así que se detiene un momento a voltear hacia atrás.

No hay nadie.

Continua caminando un par de pasos más pero vuelve a escuchar algo, esta vez es un débil lloriqueo.

Se asusta un poco y se detiene en seco.

—¿Hay alguien ahí? —pregunta tontamente como si el asesino serial estuviera dispuesto a darle una respuesta.

El lloriqueo aumenta su volumen y siente escalofríos al imaginarse a un fantasma persiguiendolo.

—¡Tengo un anillo de hierro y no dudaré en usarlo! —amenaza recordando cómo cazaban fantasmas en aquella serie.

Siente como algo se mueve detrás del arbusto cerca a los columpios y su cuerpo se hiela al ver una sombra reflejada por la luz.

Se saca el anillo y lo arroja hacia esa dirección. Nada.

Se lamenta al recordar que su anillo no es de hierro sino de metal.

—Gracias madre —suelta sarcásticamente.

Respira hondo para armarse de valor y comienza a acercarse hacia el arbusto.

—Padre nuestro que estás en los cielos... —comienza a rezar tras cada paso que da —santificado sea tu nombre... —entrecierra los ojos esperando algún ataque pero lo único que ve es una canasta pequeña —¡Ahhh! —grita cuando ve como algo dentro de la canasta se mueve.

Cuando ve bien, nota los diseños de las mantitas dentro de la canasta. Son de patitos.

Así que piensa que podría haber algún animalito dentro de la canasta, se acerca con más confianza y se agacha para revisar.

Es un bebé.

Lo mira dudoso por unos segundos y sonríe aplaudiendo con sus manitas.

—¿Qué haces aquí, pequeñín? —pregunta mirando alrededor que está vacío —¿Te abandonaron? —pronuncia triste mirando al bebé mientras lo alza en sus brazos —Hace frío —murmura envolviendolo en sus mantitas otra vez —¿Qué debería hacer contigo? —se pregunta mirando la hora —Debo llevarte a la policía, supongo.

El bebé ríe una vez más y estira su manito para agarrar su nariz.

—Es noche buena y no deberíamos pasarla en la delegación —murmura Joel acurrucando al bebé entre sus brazos y continua su camino a casa.

Baby || JoerickWhere stories live. Discover now