Capítulo 1

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"La muerte no es la mayor pérdida en la vida. La mayor pérdida en la vida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos."

Chiara

Las manecillas del reloj logran crear en mí, emociones que nunca admitiré en voz alta. El nudo que se forma en mi garganta con cada segundo que pasa no deja de crecer. Ese sentimiento de angustia a la espera de una repuesta, de la que no estoy totalmente segura si quiero conocer.

La blanca habitación en la que estoy se hace más pequeña con cada apresurado latido de mi corazón, el olor a antiséptico nubla mis sentidos, recordándome que el hecho de que ellos no han atravesado la puerta solo significa que estoy más cerca de la muerte.

Con el tintinar de un nuevo minuto mis demonios comienzan a jugar con mi mente, toman el mando de mis emociones. Quieren que sepa que están ahí y que no se irán.

El sentimiento de vulnerabilidad al no saber que pasará no deja de atormentarme. Debería estar acostumbrada a estas sensaciones, pero ¿cómo te acostumbras al sentimiento de la muerte?

La he saboreado incontables veces, aun así, logra causarme nauseas en cada ocasión. Pudiera desglosar en un libro que tanto tiempo la he estado conociendo, sin embargo, no creo que a nadie le guste leer tanto.

La muerte se ha convertido en mi compañera desde hace años, llegó antes que mis demonios, antes que las pesadillas y el insomnio. Justo en la etapa en la que mi vida debió florecer, mutilando sueños y esperanzas. Dejando un cuerpo respirando sin alma.

Vino acompañada de doctores y medicamentos. Haciendo mi estadía en casa cada vez más corta, y convirtiendo los hospitales en mi refugio. Me ha preparado lentamente para sucumbir ante ella. Y la verdad, es que no puedo esperar el momento en el que eso pase.

El día que mi dolor terminé, cuando mis demonios decidan por fin dejar de jugar con mi mente, la noche en la que pueda dormir quince minutos sin ser atormentada por pesadillas. He estado anhelando ese momento desde hace años, sé que solo ocurrirá cuando muera y no puedo esperar para que aquel memorable momento llegue.

Lo he estado deseando con fuerza, pero no lo dejan llegar.

Todos a mi alrededor se han encargado de retrasarlo, prolongando mi sufrimiento, por su egoísta forma de ser. No querer aceptar que el dejarme ir es lo mejor, me ha encadenado a años extras de dolor.

No los culpo, para los demás es mucho más difícil acepar que la muerte es solo un nuevo camino para la vida. Peor que la muerte misma, es una vida sin motivos para vivirla.

El chirrido de la puerta siendo arrastrada me informa que ya es momento de conocer mi sentencia, ¿me dejarán ir al fin o tendré que aguantar todo este dolor por otro año? Al final mi pena la decidirán mis padres.

Ver entrar a Adriana, mi defensora de la muerte, cabizbaja me da un indicio de los resultados a las pruebas de sangre que me realicé tan pronto pise este lugar en la mañana. Mis padres la siguen por detrás, en sus rostros no puedo percibir ningún tipo de emoción, ellos todavía no lo saben, pero yo sí. No hay que ser un genio para deducir las malas noticias escritas en el rostro de mi doctora.

Mis padres prefieren negarse la posibilidad de aceptar un camino más corto para terminar con mi dolor, según ellos, me augura un gran futuro por delante, me repiten que esto solo será una piedra en mi camino, que lo superaré.

Me encantaría ver las cosas que ellos ven, pero cuando llevas años muriendo a pedazos, una piedra se convierte en un abismo del que no tienes fuerzas para salir.

Adriana se hace paso en la habitación hasta su escritorio, deja el sobre con mis resultados sobre la mesa y vuelca toda su atención a mí.

Está estudiándome, analizando cada gesto de mi rostro, sé que ella tiene malas noticias y está al tanto de eso. No puedo culpar su preocupación a la hora de revelar los resultados, sabe cómo suelo derrumbarme después de una noticia desalentadora, conoce mis demonios muy bien. Teme por mi reacción, yo en su lugar también estaría igual.

Tu Nombre En Mis VenasWhere stories live. Discover now