Capítulo 11

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"La más terrible pobreza es la soledad y la sensación de no ser amada."

Chiara

{-Un paso a la vez, cariño - me instruye Sophie con una pequeña sonrisa mientras me ayuda a caminar por los pasillos del hospital. - Lo estás haciendo muy bien Chiara.

Caminar con muletas no es para nada sencillo, especialmente después de haberme pasado dos meses en silla de ruedas.

Los dos meses más grandes largos de mi vida, creí que ya no iba a poder seguir caminando y en un punto eso dejo de importarme, no es como si tuviese mucho que hacer de cualquier manera.

Pero el miedo y la desesperación que sentí cuando me di cuenta de que no podía caminar jamás se borraran de mi cabeza.

Me había levantado en la madrugada con la intención de tomar agua. Solo tenía que levantarme de la cama, no era una tarea que requería mucho esfuerzo, pero tan pronto mis pies intentaron tocar el frío piso de mi habitación me desplomé en suelo sin la capacidad de hacer nada.

Estaba tan asustada, el cáncer me había quitado muchas cosas, había experimentado escalofríos ante frente a situaciones difíciles, pero ninguna como esta.

Por más que intentaba gritar por ayuda, mi boca no emitía ningún sonido, casi como si mi cuerpo dejará de obedecer a mi cerebro.

Lágrimas de frustración caían de mis ojos, al notar que todos mis esfuerzos para poder levantarme eran en vano.

No sabía lo que estaba pasando, pero el miedo era real. La ansiedad de no tener la capacidad de poder solucionar tus problemas también lo era.

Estaba temblando y cada vello de mi cuerpo estaba de punta por la incómoda sensación en mi pecho.

Tal vez el cáncer por fin había decidido acabar con mi vida, si eso era lo que ocurría entonces ya no me molestaba. Poder por fin ir a la cama sin las voces gritando en mi cabeza era mi mayor deseo y si eso solo ocurre si muero, estoy más que lista para hacerlo.

Es triste querer morir tan desesperadamente con tan solo dieciséis años, pero si pasas por las cosas que yo pasó todos los días entonces la muerte es la recompensa más preciada por todo el dolor que he afrontado.

Pero por supuesto que desde hace años en mi vida nada salía como yo quiero, mis padres me encontraron en el piso temblando como papel.

El horror impregnado en sus rostros era abrumador, el llanto de mi madre carcomía mi interior. No había nada que podía hacer para ayudarla, ni siquiera podía sostenerme por mis propios pies.

Cuando los paramédicos llegaron para ayudarme, ya había dejado de temblar. Todo sentimiento de miedo fue remplazado con culpa al ver el estado que tenían mis padres.

Desde ese día no he abandonado el hospital. Quimioterapia, tratamientos, rehabilitación, todo para intentar conseguir que camine. Hoy había logrado empezar a dar algunos pasos.

Sin embargo, no me sentía tan contenta como todos a mi alrededor creen que debería. Se supone que debería estar feliz de poder conseguirlo, pero no siento nada.

Tal vez ya me había acostumbrado a mi estado paupérrimo o tal vez y solo tal vez, yo no quería mejorar.

Solo quiero que todo acabe.

Por eso cuando llego a mi habitación pido subir a mi cama para dormir ignorando a todos los amigos de mis padres que habían venido a verme, trayendo con ellos un montón de globos y regalos esparcidos por toda la habitación.

Tu Nombre En Mis VenasWhere stories live. Discover now