Capítulo 8

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"La peor parte de estar siempre triste es que ya no recuerdas más las cosas que te hacen feliz."

Chiara

Las personas nos ven diferentes, tienen cientos de opiniones acerca de nosotros. La mayoría cargadas con pena y lastima, no les da pena expresar su lastima acerca de lo injusta que ha sido la vida con nosotros. Sus voces llenas de pesar cuando musitan:

-Todo estará bien.

Pero no es así, al menos no siempre. Por supuesto que hay algunos afortunados que se convierten en una especie de leyendas cuando logran rebasar la enfermedad que ha cobrado la vida de millones, sin ningún tipo de distinción, niños y adultos por igual, no le importa tu raza o sexo. Qué tipo de música escuchas o que tan inteligente crees que seas. Todo eso es irrelevante cuando el cáncer hace su entrada.

Ellos no saben lo que siente ser nosotros, no saben que nos acostamos cada noche con miedo de no despertar por la mañana, por eso no me gustan sus comentarios cargados de falso sufrimiento.

Ellos no lo sienten, fingen hacerlo.

Odio sus comentarios en redes sociales, hablando acerca de lo importante de verle el lado positivo. Qué lado positivo podría verle al cáncer una niña de ocho años. Como esperan que ese chico que estaba a punto de convertirse en una estrella del deporte acepte el hecho de que ya no va a poder caminar lleno de alegría.

El lado positivo al cáncer suena casi como una burla a mis oídos. Qué lado positivo podría tener algo que te destruye a pedazos, algo que te separa de todos a los que quieres, algo que te hace sentir culpable de cosas que no has cometido.

Porque sí, te culpas. Sientes que de alguna manera lo mereces, por Dios sabe que y te sientes inferior a todos los demás. Como si no fueses lo suficiente para compartir el mismo espacio con otras personas.

Pero ellos no saben lo afortunados que son.

Se quejan y maldicen su estilo de vida. tienen crisis existenciales por cosas tan simples como un nuevo par de zapatos o por la derrota de su equipo de hockey favorito.

No saben lo que daríamos por ser ellos tan solo un segundo antes de morir. Que se sentiría ser libre después de mucho tiempo. Solo nosotros, los enfermos vemos que sin haberlo intentando ellos ya ganaron en la vida.

La salud es una corona que los sanos usan y que solo los enfermos pueden ver.

Recuerdo haber escuchado esa frase en algún lugar, tan solo unos meses después de mi diagnóstico. No sabía que tan dolorosa y certera esa frase podía ser, ni lo mucho que podía a llegar a identificarme con ella.

Ellos gozan de un privilegio que a nosotros no se nos permitió poseer.

Y en más de una ocasión me he sentido como una completa egoísta, he deseado que mi destino le haya tocado a alguien más. Yo no había hecho nada malo para merecer esto, hay cientos de personas en el mundo lastimando a otros y ellos gozan de salud a plenitud para hacerlo. Por qué yo merecía esto, no lo sé. Y hace mucho tiempo que deje de preguntármelo.

Ahora solo me quedo acostada en mi cama contando los segundos pasar, esperando el momento en el que finalmente muera. Ese momento en el que las voces desaparezcan y el sufrimiento termine.

No sé qué tanto durará en llegar, sólo sé que lo hará y que cuando eso pase seré la persona más feliz del mundo.

Será difícil de aceptar para mis padres, pero lo superaran con el tiempo. Un día se levantarán y ya no dolerá, un día solo van a dejar de llorar por mí, un día reirán como si nada hubiera pasado. Una noche mi fantasma ya no los molestará y podrán dormir sin miedo a verme en sus sueños. Un día solo me verán como una nube gris en su brillante cielo.

Tu Nombre En Mis VenasWhere stories live. Discover now