Capítulo 5

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"Cada día es una pesadilla de la que me despierto cuando duermo."


Chiara

La peor parte de las pesadillas es cuando dejan de ser sueños y se convierten en mi realidad. Despertar cada mañana sabiendo que mis demonios no se irán cuando encienda la luz, me acompañarán a donde vaya. Me atormentan en las noches, lloro hasta quedarme dormida y me levantó por las mañanas sintiéndome ahogada. No puedo respirar, el dolor no me lo permite.

Odio despertarme por las mañanas sintiéndome tan vulnerable.

Odio despertarme.

¿cuál es el punto de hacerlo de todos modos?

Hoy desperté y ni siquiera sentía ganas de morir, solo estaba cansada. Cansada y sin ganas de preocuparme con despertar una y otra vez en una vida sin sentido.

Despertar en una piel que se siente tan diferente, como si cada día que pasa me reconociera menos. Ese reflejo en el espejo ya no soy yo, ya no más.

Son mis demonios los que veo en ese pedazo de cristal pulido, mis pesadillas reflejadas en las enormes ojeras de mi rostro, los huesos de mi cuerpo cada vez más notorios hacen relucir mi falta de apetito, la palidez de mi piel deja ver lo poco que salgo de casa, aun cuando prometí hacerlo. La depresión se abre paso en mi cabeza, repitiéndome todos los días que luchar ya no tiene sentido. La muerte viene tomada de la mano del cáncer, juntas se sientan a esperar, burlándose de mí. Nada se compara a ellas, saben que me tienen, saben que ya perdí la batalla.

La perdí justo en el momento en el que me resigné ante ellas. Me hicieron pequeña poco a poco, se encargaron de hacerme indefensa frente a ellas. Fueron pacientes y estratégicas, jugaron bien sus cartas. Primero me destruyeron por dentro. Aniquilaron mis esperanzas, extinguieron mis ganas de vivir. Hicieron fácil el camino a la perdición.

Y cuando ya sabían que me tenía y que no iba a escapar, Dejaron que mi mente jugara conmigo. Disfrutan ver como mis demonios se entretienen, ellos me hacen pedazos poco a poco, me torturan diciéndome que no tengo esperanzas, ellas envenenan mi cuerpo lentamente.

Mi lucha no es solo con el cáncer también es con mi mente y ellos son más fuertes que yo. Trabajan en silencio, me destrozan desde adentro. Yo creé estos demonios, cada desilusión, cada rechazo, cada lagrima fueron sus ingredientes.

Mi mente es una cárcel, en la que soy el prisionero y el carcelero también. No puedo escapar de la prisión que yo misma diseñé. Es un laberinto, cada vez que abría una puerta para escapar una nueva puerta era construida y me rendí.

Me quitaron las cadenas que me ataban, pero aun así ya no quiero salir, así de doloroso es sentir lo que yo siento.

Despertar sudorosa y con el corazón agitado, con miedo. Miedo a abrir los ojos y ver las sombras del pasado atormentarme. En mi cabeza se repite una y otra vez mi sueño.

Esa fue la primera vez que sentí miedo.

Estaba tan preocupada por todo lo que pasaba a mi alrededor. Ver a mis padres derrumbarse por la noticia de mi enfermedad. No hay nada más doloroso que convertirte en una carga para los demás.

Cuando cruzas esa pequeña línea de persona a problema. No importa que tanto las personas a tu alrededor lo nieguen sabes que ellos hubiesen deseado no enfrentarse a tus problemas.

La única razón por la que lo hacen es lastima.

¿Qué diría la sociedad si no quieres afrontar ese problema?

¿Si no te hacer pasar como la persona llena de bondad que ayuda a otros porque es buena?

Esa es la razón por la cual los enfermos son ayudados. No porque de verdad ellos quieran hacerlo, no porque sean buenos. Si no porque todos esperan una recompensación social. Todos quieren quedar como héroes a costilla de nosotros.

Tu Nombre En Mis VenasWhere stories live. Discover now