En un lugar que solo nosotros conocemos

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En este mes de febrero, los pájaros no cantan, ni tampoco el sol brilla con todo su esplendor. Los árboles están cubiertos por el blanco de la nieve y el gélido viento cala hasta perforar los mismísimos huesos. Hace un frío de muerte y no sé en qué diantres pensaba cuando decidí citar a mi maestra Mary a este parque. Han pasado ya tres meses desde que perdí la oportunidad de ganar la beca. Aún la llama del inconformismo arde en mi interior. Estoy completamente convencida de que mi actuación fue mejor que la de ese chico de Noruega. Y mientras que mi trasero se congela en este banco y veo a varias personas llevar artículos deportivos de nieve, me regodeo en la miseria de la derrota.

Sin embargo, debo de alejar eso pensamientos de mi cabeza. Perdí y no hay nada que pueda cambiarlo. Dentro de dos meses, podré ingresar con media beca a la Academia de Música en Londres. La familia de Wrathly se comprometió a cubrirme los gastos siempre y cuando accediera a ser parte del equipo de jueces, como lo es Kauffmann, por los próximos cinco años. Eso no me hace mucha gracia que digamos. La necesidad tiene cara de hereje y no tengo las mejores condiciones económicas para negarme a ese trato. Tal vez la unión entre Kauffmann y yo sea beneficiosa para otros participantes. Al contrario de él, yo seré más empática.

Mi único temor es que termine en la cárcel por asesinato premeditado. Dudo que me tiemble la mano si termino echándole cianuro al café de Kauffmann si este llegara a sacarme de quicio. La señora Corsini, en nuestra entrevista, me afirmó que él le solicitó encarecidamente que me diera una oportunidad. Y como son buenos amigos, accedió. Mi orgullo debería de estar herido, perdí en la competencia y lograré ir a la academia a base de influencias de terceros.

—Hola.

Giro mi cabeza al escuchar la voz de mi maestra Mary. El frío le ha empañado un poco los lentes.

—¿Cómo está, maestra Mary? —le pregunto por pura cordialidad.

La relación de mi padre con ella, por lo que veo, marcha de lo más de bien. Creo que en Vaduz todos saben que andan de pareja. En cuanto a mi relación con mi padre, no es ni fría, pero tampoco es caliente. Todo marcha bien, hasta que a él se le ocurre incluirme en su relación. Que cada quien busque su felicidad, solo cité a mi antigua maestra para buscar un respiro emocional. No le odio como muchos amigos y familiares piensan, es solo que no la figuro como la sustituta de mi madre. Es cierto que mi papá está harto de repetirme que nunca olvidará a mi mamá. No obstante, después de que anda con ella, él se ha saltado algunas actividades que realizábamos en su honor.

Por ejemplo, el pasado 28 de enero fue el día en que se conocieron. Siempre íbamos al restaurante, que ahora es una tienda de regalos, y pasábamos un tiempo conmemorando ese suceso. Esperé todo el día y no tuvo la decencia de excusarme porque lo había olvidado. Luego me enteré de que salió con mi maestra a conocer a sus padres. Eso y otras cosas más que a simple vista se ven insignificantes, me duelen bastante. Por eso no puedo pretender que todo está bien y que soy feliz por ellos.

—Me citaste aquí, Peach, porque me imagino que deseas que hablemos.

—Así es.

Miles de pensamientos se arremolinan en mi mente, nadan en mi cabeza y me ahogan de paso. Quiero que dejemos las cosas claras, sin tapetes ni falsas esperanzas. No soy nadie para impedir que mi padre haga su vida, está en todo su derecho. Ahora eso no me obliga a ser partícipe. Buscaré mi felicidad al cumplir mi sueño junto a Wrathly. Ellos que hagan lo que quieran. Tal vez el tiempo y la distancia nos haga bien a los tres. Respiro hondo para decirle lo que siento. No puedo detenerme, no ahora.

—Peach, antes de que me digas que no deseas ser parte de mi relación con tu padre... —Veo cómo cierra los puños con fuerza—. Me gustaría decirte que nunca pensé que fueras tan egoísta y mezquina. Antes te consideraba una niña dulce y buena, pero ahora me doy cuenta de que me equivoqué.

Soldat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora