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Se dice que los más finos tesoros solo se encuentran cuando urgas en la basura, hay gente que se lo toma muy literal pero hay que entender que de las enseñanzas más antiguas no todo es literalmente.

En este caso la enseñanza es: "No subestimes nada por su apariencia, no sabes que podrías encontrar más allá de esa apariencia"

La Primera Orden había subestimado por mucho a la gente de los planetas más pobres y ellos lo sabian, era su ventaja y su cortina de humo que les permitía ocultar los más increíbles y antiquísimas reliquias en las narices de la primera orden. Es por eso que mucha gente quien era sensible a la fuerza se salvó de la masacre que erradicó civilizaciones enteras.

En el caso de Jamba, un planeta pequeñito rodeado por una serie de lluvia de asteroides que lo mantienen oculto y protegido de cualquier amenaza externa, sin embargo eso también los evita de salir a explorar la galaxia. Es increíble la cantidad de naves hechas pedazos que puedes encontrar cerca de las ruinas de un templo Jedi, pedazos que cuentan historias de personas con deseos de escapar de esta burbuja de seguridad a la que llamamos hogar.

Me llamo Tara o al menos así me llame a mi misma. Vivo en un pequeño pueblo de la zona aledaña a la ciudad de Jamba dónde (si bien no hay mucho) lo poco que ganó ayudando a los agricultores a repartir sus productos lo uso para llevar alimento a casa de mis padrinos.

Si, no son mis padres pero no es que me extrañé tampoco, aquí en Jamba somos tantos en un espacio tan pequeño que nadie notaría a un bebé llorando entre la multitud, nadie excepto mis padrinos. Ellos me criaron, me cuidaron y me dieron un techo, aún cuando no tenían porque. Ahora vivo para servirlos en agradecimiento mientras que intento encontrar mi propósito en este olvidado planeta entre asteroides.

- Buen día Señora Kattär

Saludaba a la mujer muda del puesto de instrumentos mientras dejaba una carga de comida sobre su aparador. Ella se dedicaba a vender pequeños artefactos y figuritas que sus hijos encontraban en las ruinas Jedi, que si bien podrían ser reliquias, para nosotros se reducían a juguetes muy sofisticados y antigüos.

- ¿Algo nuevo de nuestras queridas ruinas?

La mujer negó pero abriendo de entre las palmas de su mano me mostró una especie de medalla con el escudo de la orden Jedi partido por la mitad, empolvado y desgastado.

- Ah, es muy bonito. Seguro que quedaría bien como un precioso collar.

La mujer me sonrió y tomando mi mano, me dejó el dinero sobre mi palma a lo que yo respondí con un pequeño apretón de sus delicadas manos y me retiré.
Seguida por unos apresurados pasos me agache evitando una tacleada de Toga, el hijo mayor de la Señora Kattär haciendo que se tropezara y callera frente a mi

- Oye! No te iba a hacer nada!

Dijo mientras se reía y levantaba para tomarme por los hombros y seguir caminando detrás de mi.

- Hola Toga, ¿Qué dice el templo Jedi?

- Nada, tan en ruinas y empolvada como siempre pero nunca defrauda en cuanto a sus maravillas ocultas, seguro que en unos meses ya no tendremos que volver ahí porque lo dejaremos desierto

- Eso ya lo creo

- Oye oye, será que antes de que eso pase, ¿nos acompañes a visitar las ruinas?

Di un suspiro largo. De todas las cosas que mis padrinos me han permitido, ir al templo Jedi es una de las que no tengo permitido siquiera hablar al respecto. En este pueblo, se tiene la creencia de que si no quieres ser perseguido por espíritus de maestros antigüos no debias ni acercarte a el templo, siquiera por respeto o por lo peligroso que era meterse entre las arenas movedizas que se tragaban la poca estructura que quedaba en pie día con día.

[[ C r a c k e d ]] (Kylo Ren)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz