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T a r a

La súbita decisión de mi maestro me había llevado a quedarme estática. Ahí. Viendo como el salía de la sala de entrenamientos dejandome en completa soledad.

No podía moverme, estaba en shock. ¿Qué se supone que deba hacer?

Debería estar feliz, ¿no?

Es por eso que decidí aguardar

Porque esto era parte del trato, ¿No es así?

Me sentía desorientada, tanto que tuve que obligarme a sentarme en el suelo para manejar el mareo. 

Esto es un sueño, tenia que serlo. Y si no lo era una parte de mi desearía que así fuera para poder despertar en un nuevo día, lista para entrenar nuevamente con mi maestro, desde que el sol salía, hasta que la luna regresara. ¿Qué estaba pasando conmigo?

Talle mis ojos notando un par de lagrimas salir de estos. Lagrimas... ¡de alegría! ¿no?

Me levante dejando caer esas lagrimas por sobre mi rostro, tentando mi sable colgado en mi cinturón mientras corría en dirección a las celdas para hablar con Toga y contarle las buenas nuevas.

Volveríamos a casa.

La emoción desbordaba de mis venas de tal manera que ni siquiera la mirada de disgusto o extrañeza que dejaba caer la gente sobre mi me cambiarian el humor. Estaba eufórica, era un sentimiento del que me había olvidado desde hace años, lo nuevo no era habitual en mi planeta, así que nada causaba real emoción, pero todo eso cambio. Era un sentimiento que me había guiado en todo mi tiempo aquí, esperando a salir a la luz como una explosión de emociones. Era el mismo sentimiento que me había llevado a buscar a mi padre, era el mismo sentimiento que me había guiado a pelear por la vida de mi maestro y era el mismo sentimiento que había mantenido a flote mi esperanza antes de que Ren despertara.

Y ahora era el mismo sentimiento que me llevaría a casa.

Doblando la esquina me encontré con la figura alta y delgada de mi maestro que sin contenerme mas grite a viva voz: - ¡Maestro Ren! - y en cuanto se hubo dado la vuelta salté rodeando su cuello con mis brazos logrando un abrazo como el que había estado añorando todo este tiempo dentro de esta espantosa nave. Él no se movió, quedo inmóvil en su lugar apenas balanceado por sus pies, quedándose bien quieto en su lugar. Sus brazos, quietos uno a cada lado de mi cuerpo me dio a entender que no correspondería el abrazo pero no importaba, estaba bien si el solo me permitía agradecerle.

- Gracias, Maestro.

Me deje caer sobre mis pies, los cuales habían quedando colgando ya que su altura fácilmente rebasaba la mía por mucho. Me moví de mi lugar para ofrecer una reverencia tomando una postura más formal.

- Le agradezco mucho su piedad, maestro Ren. No sé cómo compensarlo.

Me quedé inclinada frente a él sintiendo como la gente se iba llendo de alrededor nuestro cuando Ren les dio una mirada amenazante. Después de un par de segundos en silencio me pregunté si me había sobrepasado con esta acción y me reproche mentalmente, rogando que esto no fuera razón para que enfureciera y no nos dejara ir.

Tragando saliva me levanté de mi reverencia y mirando el suelo hable suave.

- Lo lamento maestro. Creo que me tomé demasiadas libertades.

- No lo hiciste.

Sintiendo su mano sobre mi hombro fruncí mi seño a la vez que mi cuerpo se ponía tenso. La sensación me hizo sentir incomoda por lo que cautelosamente levanté la mirada paseando mis ojos por su barbilla, notando la discreta sonrisa dibujada en sus labios, siguiendo mi recorrido hasta cruzarme con sus ojos.

Parando mi mirada ahí me hizo perder la noción de mi alegría, dejándome en un limbo sin emociones. Cómo un espacio entre la euforia y la nada.

El estaba tan estático como yo, de repente su sonrisa se había desvanecido siendo reemplazada por un semblante de concentración. El en mi, yo en él. Era una sensación extraña que yo terminé por romper dando un par de pasos hacia atrás. Algo no estaba bien, lo sabía muy dentro de mí.

Él volviendo en si volvió a tomar esa misma postura rígida de siempre. Mi maestro había vuelto.

- Hemos fijado el curso de vuelta a tu planeta. En un par de días podremos llegar ahí.

Yo, quien aún estaba aturdida por la sensación de peligro que me había dejado nuestro momento en silencio me límite a asentir optando por una postura tan firme como me era posible.

- Bien. Nos veremos mañana.

Girandose sobre sus tobillos tomo un camino por el ala este mientras yo me daba mi tiempo hacia la zona de camarotes. Abriendo la puerta del mío me solté el cinturón dejándolo sobre la mesa y me deje caer sobre la cama.

Tallaba mis ojos en un intento de apaciguar esa sensación creciendo en mi pecho. ¿Que clase de montaña rusa emocional estaba cruzando?

Primero, este se vuelve el mejor día de mi vida y al agradecerlo mi maestro actúa como una persona completamente diferente, y segundo, está sensación extraña dentro de mi.

Decidí por interpretarlo como la misma sensación que me llevo a conectarme con mi sable pero por más que me intentará convencer de ello, esa explicación no me bastaba.

Algo andaba mal y esa cosa dentro de mi me lo estaba advirtiendo. Me hubiera gustado indagar más en ello pero el sonido de la puerta abriéndose me hizo levantarme de un salto, encontrándome con un droide médico entrando a mi habitación.

- Mi lady, su padre a despertado.

-✏️

[[ C r a c k e d ]] (Kylo Ren)Where stories live. Discover now