° • 17 • °

838 79 16
                                    

T o g a

Sentado sobre mi cama metalica miraba a mis manos con un semblante vacío.

Mi rostro ardía sobre los parches de moretones que adornaban mi piel, dándome memorias fugaces que se iban tan rápido como aparecian.

Las memorias de la golpiza que me habían dado al intentar escapar resonaban intermitentemente en mi cabeza junto a las risas de los guardias, siendo acompañadas por una memoria borrosa y confusa de una sombra observándome desde arriba mientras yo jadeaba sobre un charco de mi propia sangre.

Cerré los puños intentando sacudirme las memorias de la cabeza cuando el sonido de la compuerta abriéndose me hizo levantar la mirada a espera de un nuevo golpe.

- ¡Toga! -

Apenas pude sostener mi equilibrio por la sorpresa con la que me tomó su abrazo pero después de un momento en silencio había vuelto a la realidad.

Con cuidado rodee su cuerpo con mis brazos hundiendo mi cara en su cabello. Habiendo pasado un par de minutos me separé de ella para ver su rostro radiante de alegría.

- Hemos llegado. Por fin estamos en casa.

Me quedé en mi lugar, asombrado por su enorme sonrisa, me pareció tan hermosa que casi me conmovió al punto de las lágrimas, solo logrando cristalizar mis ojos.

- ¿Que pasa? ¿Sucede algo?

Pase mi mano por su cabeza sosteniendo la sonrisa más sincera que logré.

- Extrañaba verte feliz.

- Ah, pues...- Sus mejillas se ruborizaron ante mi cumplido por lo que rápidamente ella se giró cambiando de conversación - La nave está decendiendo, tenemos que ir a reunirnos con mi padre y luego ir a la zona de aterrizaje.

- ¿Hemos llegado tan pronto?

Tara se giró hacia mi con un rostro un tanto confundido.

- Tomó tres días llegar, Toga.

Abrí mis ojos por la sorpresa. Esos tres días para mí habían pasado como horas. La noción del tiempo dentro de una celda en verdad era relativa, más si jamás te dejan salir de ella.

- ¿Toga? ¡Toga!

Parpadee un par de veces encontrándome ahora en el pasillo de el ala medica. Mi cabeza daba vueltas y fue necesario que me recargara en la pared. De la nada sentí unos delgados pero fuertes brazos sosteniendo me por la cintura.

- Rayos Toga, ¿Seguro que te encuentras bien?

- Eh, yo...

- ¿Te sientes bien, hijo?

Levanté la mirada identificando el rostro del Señor Motor, el padrino de Tara.

- Señor  Moor. Me alegra verlo de pie.

- Bueno, es un gran día. No permitiré llegar ante mi esposa estando en cama, eso la enloquecería.

El hombre se fue acercando a mi con paso cansado con los brazos abiertos, por lo que recargando me en Tara logré acercarme a él y darle un fuerte abrazo. Estoy seguro de que si mi padre estuviera con vida sus abrazos se sentirían justo así.

- ¿Que te hicieron esos bastardos? Mira como te dejaron el rostro.

- No es nada que los ungüentos de la Señora Moor no puedan curar.

- ¿Recuerdas quien te lo hizo?

La voz de Tara sonó inusualmente sombría, tanto que ambos tuvimos que vernos frente a frente. Note como su mano se había posado sobre su sable, tensa al igual que su mirada al hacer la pregunta.

[[ C r a c k e d ]] (Kylo Ren)Where stories live. Discover now