Una historia de lokos

Empezamos mal

Desperté aquella mañana como siempre: el sol entraba por la ventana radiante y prometiendo un día estupendo, me levanté con una sonrisa y cuando bajé a desayunar ya lo tenía todo preparado: la leche, los cereales y una pieza de fruta.

Na, es broma. Ojalá fuese así. La lluvia me despertó media hora antes de que sonase el despertador. Cuando volví a dormirme, un minuto después sonó el dichoso aparato que marca la hora para molestarme. Me costó levantarme y encima tenía una cara de zombie impresionante. Me arreglé (rompí el cepillo con mi enredado pelo, ya era el tercero aquel mes) y bajé a desayunar. La cocina estaba desierta, osea que obviamente nadie me había hecho el desayuno, ya que todos estaban aún durmiendo o levantándose, de modo que también me hice yo el desayuno. No quedaba leche, así que lo sustituí por una naranjada, y entre exprimir la naranja y todo, me dió pereza sacar los cereales, así que me conformé con el zumo.

Más tarde Tony nos llamó para una reunión urgente y totalmente improvisada.

Nos enseñó imágenes de un tío de túnica verde y dorada rara que iba con un cetro por ahí haciendo truquitos de magia y atemorizando a todo el mundo.

- ¿Quién es ese? - pregunté, aunque realmente me daba igual.

- Se llama Loki, y es el... - Thor cortó al hombre de hierro.

- Es mi hermano - confesó -. Adoptado - añadió cuando todos le miramos raro -. Es el dios del engaño.

Bostecé aburrida y con sueño. MUCHO sueño. Si en lo de Thor tienen un dios de la lluvia o del tiempo, aquel día les odiaba a los dos.

Acabó la reunión esa como siempre: manteneos alerta, cuidado, hay que pillar a este tipo, bla, bla y bla.

Seguramente ese "tipo" era más peligroso de lo que yo creía en ese momento, pero cuando te despiertas una mañana así es difícil que el cerebro valla bien.

En fin, que había que pillar al tal Luki, Leko, o cómo se llame.