Ojos cristalizados

270 27 11
                                    

No dormí, así que me levanté cuando me cansé de estar tumbada sin hacer nada y ya era una hora considerable (las siete de la mañana).

Como no, Loki estaba tan bien como una rosa, desayunando tranquilamente. Algún día tengo que preguntarle cómo lo hace.

- Buenos días - dijo al verme.

- Mmm - respondí de mala gana.

Me senté a unas sillas de él indicándole que no tenía ganas de hablar y me puse a desayunar.

Él cogió el mantel y lo arrastró cuidadosamente hasta que mi comida llegó al asiento que él tenía al lado. Se volvió a sentar como si nada.

Traté de ponerlo bien, pero el muy Loki había usado magia para que se quedase así y yo no pudiese ponerlo bien.

Le miré mal. Me levanté para coger mis comida y llevármela lejos de él, pero estaba pegado o algo. Claro, magia.

Gruñí aceptando mi derrota y me senté a su lado para poder seguir comiendo. Él sonrió mirando al frente mientras comía. Vaya con el diosecillo, encima se burla.

- ¿Como has pasado la noche? - me preguntó cómo si nada. No respondí -. ¿No crees en lo que te dije anoche? - insistió, pero seguí sin hablar.

Acabó de desayunar, y yo ya esperaba a que se fuera, pero se quedó mirándome serio.

- ¿Tengo algo en la cara?

- Tan solo belleza y un brillo especial en los ojos.

Rodé los ojos por su cursilería, aunque me sorprendió, y parecía sincera, pero claro. Es el dios de las mentiras. Nadie miente mejor que él.

Suspiró mirando su plato vacío, pensativo.

- Estoy cansado de que me juzguen por ser el dios de las mentiras - confesó -. Nadie o muy pocos confían en mi, pero yo no elegí esto. No digo que no me gusten mis poderes, me encantan. Sólo que la gente me conoce por el dios de las mentiras, y eso lleva a la desconfianza.

- Jugaste con mis sentimientos - repliqué conteniendo las lágrimas.

- No jugué con tus sentimientos, y nunca he querido. ¿Por qué crees que mientras eras mi prisionera te traté tan bien? Normalmente a los prisioneros no se les lleva la comida, y mucho menos se la dan para que pueda comer con las manos atadas. Siempre me has gustado, Bry... Desde que te conozco te he amado - me miró con los ojos cristalizados, al igual que los míos.

Obviamente aquella declaración era sincera. Le había salido directamente del corazón, porque ni él podía haberlo hecho mejor mintiendo. Se que cuando es amor real se nota a si es mentira.

Una historia de lokosWhere stories live. Discover now