capitulo #50 "me voy."

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Allison me guió hasta el parque más cercano, lo había encontrado un pésima idea, no me gustaba llorar en publico.

-Entonces.- habló primero All.

-Entonces.- repetí yo.

-Sé que tú trajiste a Peter hasta aquí.- me miró bien.

Si no supiera que la mandíbula está pegada al resto de mi cara estaría preocupada justo ahora.

-Es que tú lo estás...

-El me lo dijo.- sonrío divertida.

-El muy maldito tenía un trato conmigo, me dijo, el dijo, lo voy a matar.- comencé a caminar en la dirección contraria.

-¡hey!-me abrió mucho los ojos, igual que cuando quiere ir en serio.- no vas a matar a nadie, ¿oíste jovencita?- sonreí.

Aunque sabía perfectamente que el mugroso de Peter no iba a librarse de la mano de la venganza.

-Sam, no estoy enojada.- hablo pacifica y me hizo señales para que me sentara junto a ella en la banca.

-¿Para qué me trajiste aquí entonces?- pregunté.

-¿es que no crees que tenemos de qué hablar?

-dime tú.- respondí con desdén.

-sé que todo esto ha sido mi culpa, me he portado peor que una perra contigo y sé que hasta una enemiga hubiera sido mejor persona.- me miró fijamente.- estaba cegada por el miedo, por la incertidumbre y tú lo único que querías era ayudar.

-Allison, no tienes que hacer esto.- intenté que mi voz sonara normal.

-Ayer me di cuenta de cuan equivocada estaba y supongo que siempre lo supe, pero no me atrevía a admitirlo, al hablar con Peter, pasó todo lo que tu dijiste, me he desecho en disculpas con él y siento que aún no es suficiente, que no serán suficientes para ti, ni para Ian por los malos ratos, mi madre no querrá hablarme cuando se entere de lo que le he ocultado, pero a pesar de todo y de todos, el perdón de la que más me importa es el tuyo.- las lagrimas caían por su rostro.

-Mi perdón ya lo tienes.- le acaricié un brazo.

-Pero Sam.

-Nada, sé que en cualquier otra situación no te hubieras comportado de la manera en que lo hiciste.

-me siento avergonzada.- me miró a la cara.

-¿y si lo olvidamos?- propuse y a ella se le iluminó el rostro.

-¿crees que podamos?- preguntó.

-¿poder qué?- repondí.

-Ya sabes, lo de Peter, el problema.

-Eres mala jugando a esto, ¿lo sabías?- le golpee el brazo.

-Oye, oye, cuidado con la embarazada.- dijo divertida.

-Si, perdón cosito.- le acaricié la panza y ella rió.

-¿recuerdas lo del juego para los nombres?

-por supuesto que si, fue mi idea, desde un principio.- dije.

-quiero que la hagamos antes de que me vaya.- la sonrisa se me borró.

-¿cómo de que te vas?

-Bueno mi vida no está aquí, tengo que atender con un doctor fijo a mi bebé, adornar su habitación, las cosas que hacen las madres ociosas.- habló.

-conociendo a tu madre, hará todo por ti.- estalló en una carcajada y yo la seguí.

-Sí, tienes razón.

-Entonces, ¿qué tal si lo hacemos hoy por la noche?

-Me parece perfecto.- finalicé.

Más tarde Ian me acompañó al supermercado, por alimentos golosos para la noche, había comprado quizás más dulces de lo debido, pero justo por eso All era la encargada de las comprar, lleve jugo natural para aquellas embarazadas que no podían beber alcohol y una que otra cosa inservible, pero bonita, por eso era perfecto comprar con Ian, el no ponía ni un pero y en vez de regañarme por comprar cosas que no usaría se las compraba también.

-Llegamos.- avisó Ian, pero no había un alma en la casa aparte de nosotros.

-¿no están?- Ian revisó los cuartos y negó con la cabeza.

-Ahora que estamos solos, quisiera comentarte algo.- se hizo el misterioso.

-¿ah si?- lo tomé por el cuello y lo obligué a avanzar hasta una pared.

Cuando sentí que su espalda chocó contra la pared, me apoyé contra el y le besé en los labios de manera corta y reiterada. Ian intentó tocarme, pero lo detuve, se dio por vencido, aunque supe que no había hecho el mayor de sus esfuerzos solo por no arruinarme el juego. Lo besé lento, tierno y cargado de sentimientos. Cuando terminé mantuvo sus ojos cerrados y tiró la cabeza hacia atrás con frustración.

-¿pasó algo malo?- me preocupé ahora.

-Si me besas así me cuesta decírtelo.- con un movimiento rápido y ágil me dejó a mí contra la pared, se agachó hasta quedar casi de mi altura.- me voy.

-¿cómo que te vas?- hablé bajito.

-Serán solo tres días.- me mostró con los dedos.

-¿vas a abandonarme?- me hice la víctima.

-sabes que no.- me besó cortamente con cada palabra.

-¿puedo ir contigo entonces?- abrió mucho los ojos.

-No, no puedes.

-¿por qué no?- formé un mohín.

-Porque la semana entrante tienes la presentación del proyecto cultural, ¿lo recuerdas?- asentí con la cabeza.- te amo, lo sabes.

The practiceWhere stories live. Discover now