CAPÍTULO VIII

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LUNA DE MIEL EN EL CARIBE

DÍA 5 DE 8

RESOLVIENDO EL PASADO, TODAVÍA...

"No pudiste hacer otra cosa, porque no la hiciste. Todo lo que hiciste en el pasado es perfecto de acuerdo al nivel de conciencia que tenías en aquel entonces. Si ahora lo puedes ver diferente, celebra tu forma de conciencia, pero no le des gusto al ego, de controlarte con su arma más poderosa: la culpa"  Alejandra Baldrich.

El clima agradable y soleado pero no sofocante de Bonaire, significó un descanso para mí y mi mal trecha piel, que empezaba a escamarse en algunas partes.

Antes de caer rendidos en la cama, a Beatriz le alcanzaron las fuerzas para aliviar la resequedad de mi piel con sus cremas humectantes. Gracias a eso pude dormir profundamente hasta las cinco de la mañana del día siguiente que me desperté, supuse yo, por mi mal acostumbrado cuerpo que solo dormía 6 o menos horas diario. En esta ocasión, había dormido por primera vez en mucho tiempo, 10 horas sin tener ningún tipo de sueño extraño.

Beatriz dormía a mi lado, pero ya no sobre mi pecho, si no sobre mi brazo izquierdo, que estaba gentilmente alrededor en su cuello. Su rostro estaba de espaldas a mí y, su cabello, con un suave olor a sal, me inundó los sentidos. Nuestros cuerpos se habían acostumbrado a estar tan juntos que alcanzaba a escuchar su respiración acompasada, y, en la cama, siempre dejábamos un gran espacio libre. Levanté el antebrazo suavemente para que su cabeza se deslizara sobre éste y su rostro terminara debajo del mío. Bajé la mirada y me di cuenta que no se había inmutado.

Intenté volver a conciliar el sueño, pero me fue imposible, así que se me ocurrió encender la televisión, con el audio en "mute". A veces las figuras sin voz de la televisión me ayudaban a conciliar el sueño.

Se estaba transmitiendo una película antigua, un clásico del cine, que había visto alguna vez pequeñas partes, pero no recordaba el nombre. Los colores pasteles eran agradables a la vista, los actores cómicos, enérgicos, habilidosos para el baile y supongo que para el canto, porque claramente era un musical. No me perdía del todo de la trama de la película, porque abajo corrían los subtítulos.

Nunca antes me pasó que una historia romántica de la ficción me conmoviera, pero esta vez lo estaba logrando. De pronto, me había vuelvo como los demás, que vivían las emociones que traía consigo el estar enamorado, pero en mi caso todavía con cierta fascinación de lo que me pasaba por dentro. Ya no era un mero espectador, si no el protagonista de mi propia historia con Beatriz, una historia que desde lo más profundo de mi corazón quería que fuera para siempre, y aunque me faltaba mucho por mejorar, sabía que solo con ella mis demonios se mantenían a raya.

Terminó la película y el sol ya asomaba entre la abertura de las cortinas de la terraza. Beatriz se despertó y me acarició con una mano el cuello, levantó la mirada y sonrió hasta que sus ojos se volvieron una fina línea. Yo le besé la frente la estreché contra mí.

--Buenos días, doctor Monstruo—Dijo con la voz ronca—

--Buenos días, doctora Monstruo –Le respondí—

El rostro de Betty estaba un poco hinchado, pero lucía hermosa con sus mejillas encendidas. Bajo sus pestañas largas me miró de forma juguetona.

--¿Pasó algo? –Inquirí, curioso por su forma de mirarme—

--No, no pasa algo. Pasan muchas cosas. Pasa que lo amo, pasa que soy muy feliz, como nunca pensé que lo sería, pasa que lo deseo...ahora--Dijo y se levantó para alcanzar a besar mi frente amplia. –

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora