CAPÍTULO XXVI

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¡LA BUENA NUEVA: BETTY ESTÁ EMBARAZADA!

Nota: Este capítulo sufrió una reedición. Había un párrafo incompleto, así que no podía dejarlo así. Perdón porque siempre se me van esos indeseables errores. Los que ya lo leyeron y dejaron comentario, les agradecería que volvieran a comentar. ¡Gracias por su paciencia!

Doña Julia Solano de Pinzón tuvo un sueño inquieto la noche que regresó de la casa de su hija, después de la comida que preparó para todas las amigas de la oficina, doña Catalina y la nueva conquista de Nicolás.

A pesar de no ser recelosa en asuntos ajenos a la lógica y ser más abierta de mente que su esposo Hermes, doña Julia también era escéptica con respecto a la lecturas del tarot y los caracoles, porque nunca se había interesado en conocer en qué consistía tal cosa, mucho menos en pensarlas consultar aunque sea por curiosidad. Sin embargo, lo ahí revelado sobre el futuro de su hija le había quedado resonando en la cabeza hasta tal punto que le costó conciliar el sueño y, aún dormida, siguió pensando en el asunto.

Betty, su única hija y su mayor tesoro, había tomado con naturalidad lo que las cartas le habían mostrado esa noche. Al parecer las reuniones con sus amigas siempre iban acompañadas de ese tipo de "diversiones", porque era evidente que ya lo sabía o lo intuía, al menos. "Claro, mi niña con lo organizada que es, debió haber consultado con don Armando el tener hijos, por lo que solo estaban dando tiempo a que las cosas se manifestasen. Lo que sí me extraña, es que sea tan pronto. De todas maneras estoy demasiado ansiosa por ver si el futuro revelado se cumple y será abuela", pensó doña Julia.

Don Hermes, por su parte, tenía la intención de permanecer despierto tomando ginebra en la sala de su casa, porque el whisky que le había regalado su yerno se lo había terminado otra noche de esas en que le daba por beber solo y escuchar tangos, y la otra botella de whisky que tenía le parecía insípida en comparación.

Doña Julia, sin emitir una palabra, le apagó las luces y lo dejó a oscuras, y aunque a sus espaldas escuchó sus reclamos, continuó su camino hasta su habitación donde se disponía a seguir dándole vueltas al asunto, pero por fin lejos de las quejas de su esposo, que pasado de tragos era particularmente una compañía indeseable. En otro momento, doña Julia se hubiera quedado, hasta de buena gana, convenciendo a su esposo para que se fuera a dormir, pero esa noche se sintió sin ánimos y sin paciencia.

--¡Julia, Julia, no me deje hablando solo! ¿Ya se durmió, vieja alcahueta? ¡Sí, porque ahora hasta alcahuetea las locuras de la niña de andar consultando brujos...o debería decir brujas! ¡Habrase visto! –Se quejó don Hermes— ¡Julia, usted piensa que yo no me conozco esta casa con los ojos cerrados como para no encontrar el interruptor de la luz! ¡Ya lo encontré! –Dijo, echándose a reír—

Doña Julia se cambió de ropa y se metió a la cama, encendió el televisor pero no subió el volumen, porque no quería más que el ruido de su consciencia en ese momento.

El teléfono sonó y doña Julia recordó que había quedado en llamar a Betty en cuanto llegara a casa, pues el estado en que se había ido don Hermes era de cuidado. A pesar de que era un conductor de amplia experiencia, que incluso solucionaba por sí solo y con eterna paciencia las averías de su automotor, bajo los efectos del alcohol nadie era igual, mucho menos un señor de cincuenta y cinco años.

Levantó el auricular del teléfono y lo primero que escuchó fue el bostezo de alguien al otro lado de la línea.

--Aló, ¿Betty, es usted, mija?—Dijo doña Julia—

--Sí, mamá, soy yo. Menos mal me contestó usted y no mi papá—Dijo Betty— ¿Está todo bien? ¿Mi papá ya se durmió?--

--¿Y por qué menos mal le contestó su mamá? ¿Acaso no llama para cerciorarse de que llegamos con bien a casa?—Dijo don Hermes, que había cogido el auricular del teléfono que estaba en la planta baja—

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora