CAPÍTULO XVII

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 DENTRO DE LAS PAREDES DE PRESIDENCIA

El incidente con Daniel Valencia podría parecer repetitivo, y visto desde fuera lo era, pero el trasfondo esta vez había sido diferente. Digo trasfondo porque tantos años de disputas con Daniel Valencia me habían servido para conocer más o menos sus motivaciones, y hasta ahora se resumían a la lucha por el poder de Ecomoda, empresa que el apreciaba tanto como se puede apreciar un par de zapatos, que un día te sirven y al día siguiente los cambias por otros.

Desde que me había comprometido con Beatriz no habían cesado sus insinuaciones para con ella, sus miradas libidinosas, sus coqueteos descarados y los constantes señalamientos por mis errores con la empresa, en un afán de hacerle ver a Betty que cualquier hombre era mejor que yo.

¡La única forma que te deshagas de su presencia para siempre es que le compres su parte y la de Marcela! pensé. Mis activos podían respaldar un préstamo de esa envergadura, sin embargo en este momento era muy pronto para tomar una decisión tan importante, sobre todo porque la estabilización de Ecomoda se había conseguido hacía tan poco y estábamos empezando a recuperar la confianza con los bancos. Estaba consciente que debíamos seguir trabajando en el proyecto de las franquicias, que hasta el momento había representado nuestro atajo para salir de las deudas. Todavía no me podía creer que Ecomoda como marca estuviera en tres países de la región sin haber invertido gran cosa. Había recuperado mi empresa, mi dignidad y lo más importante: había recuperado mi vida al tener a Beatriz a mi lado. "Tienes que esperar un poco más, Armando. Un año más soportando al estúpido de Daniel Valencia", me resigné.

Toda esta inquietud había sido suscitada después de haber descubierto a Daniel Valencia viendo a Beatriz con admiración, con deseo y finalmente con molestia, como si le importara la opinión que ella tuviera de él. Mis cavilaciones entraron a un terreno más escabroso al desarrollar otra cantidad de preguntas que nunca me había tomado la molestia de hacerme: ¿Por qué el vínculo de amistad entre mi familia y los Valencia nunca nos alcanzó? ¿Por qué a pesar de habernos prácticamente criado juntos, nunca logramos congeniar o al menos tolerarnos? ¿Cuál era el verdadero origen de nuestra rivalidad? ¿En qué momento nos declaramos la guerra? ¿Y en qué momento Ecomoda dejó de ser nuestro motivo principal de conflicto y pasó a ser Beatriz?

Julio y Susana Valencia estaban muy frescos en mi memoria. Los recordaba como personas de buen temple, perseverantes y visionarias, sobre todo Susana. Mis padres y ellos siempre supieron manejar los conflictos de ideas a través el consenso y siempre anteponiendo la amistad y el bienestar de Ecomoda. Cuando sucedió el fatídico y sorpresivo accidente en el que perecieron, yo estaba terminando mis estudios de especialización en Estados Unidos, igual que Marcela.

Daniel Valencia era mucho menor que mi hermana, pero tres años mayor que yo, aunque desde siempre había aparentado más edad de la que tenía. Las peleas de niño no distaban mucho de las de ahora. Siempre nos habíamos llevado mal, como la rivalidad entre dos machos alfas. La animadversión fue creciendo más a raíz de la muerte de sus padres, porque si antes tenía que lidiar con su presencia en todas las festividades familiares, ahora también tenía que soportarlo como el seguro y favorito competidor por la presidencia de Ecomoda. Mi papá siempre había sido especial con los hijos Valencia, pero en particular con Daniel, así que competir por el afecto y la aprobación de mi papá era más difícil que competir por la presidencia, sobre todo cuando ese contrincante alardea de ese favoritismo.

Marcela se enamoró de mí desde antes que se planeara el destino de los dos, pero no fue hasta que regresé de Estados Unidos a tomar parte de mi empresa en el área comercial, que ella y yo formalizamos como novios. Durante mi preparación académica fuera de Colombia, me encontré con mujeres bellísimas, la mayoría de ellas provenientes de familias mucho más ricas que la mía, y con algunas tuve que ver. Ninguna de esas aventuras ahora era digna de mencionar. Esa época me parecía muy lejana.

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora