Capítulo 10

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Día 20 en la Tierra 39-81.

La luna se encontraba en el punto más alto del cielo y su luz era opacada por los miles de focos que se encontraban en los edificios y carros. La noche era tranquila para esa parte de la ciudad mientras que para la otra era un calvario. Un infierno hecho realidad cerca de Nueva Jersey provocaba pánico entre las personas, pero eso no afectaba a los habitantes de aquel edificio.

Natasha Stark sostenía una taza de té mientras veía las luces de los edificios desde el balcón del pent-house. A pesar de que el viento corría frío, la mujer solo era arropada por una gran camisa que le llegaba a la mitad del muslo y unos calzones. Era de esas noches en las que no podía dormir, en las que los errores del pasado y traumas escondidos salían a la luz y atormentaban su mente. No podía ni cerrar los ojos porque imágenes salían. Ella cayendo del agujero en el cielo hecho por Hela, ella encerrada en una cueva siendo abusada noche tras noche y las miles de botellas de alcohol tiradas en su casa para olvidarse de todo. Era de esas noches en las que se daba cuenta de que todo en ella estaba mal. Su pecho se estrujó y una lágrima descendió por su mejilla, quemándola ligeramente.

-Así que no puedes dormir. -La dulce voz de Steve la sobresaltó, provocando que rápidamente se quitara la lágrima que había desbordado para poder fingir que no sucedía nada, pero Steve no era ciego. El hombre la miró unos segundos para después recargarse en el barandal que impedía su caída-. No tienes por qué sentir vergüenza, todos lloramos -expresó Rogers con una tierna sonrisa, esperando calmar a su compañera.

-Pero no a todos les gusta que los vean -respondió Tasha sin apartar la vista de la ciudad.

-Supongo que es cierto. -Terminó por decir. Lo que siguió, fue unos segundos de silencio, momentos en los que miraron a la ciudad como si estuvieran ante una hermosa obra de arte.

-Steve -llamó Natasha de un segundo para otro-. ¿Extrañas tu época? ¿Extrañas a la Tía Peggy?

La pregunta sorprendió al mencionado, quien tardó en contestar unos segundos-. A veces -habló cuando ya estaba seguro-. Pero sé que no puedo volver y que ellos no volverán -concluyó de forma seria, tratando de no pensar en el dolor que eso le provocaba.

Stark lo miró con condescendencia por instantes, después comentó: -Debiste irte con Nat, ella te necesitará en la misión, -cambiando de tema.

-No lo creo -contestó Steve-. Además, tengo la sensación de que alguien me necesita más aquí.

-Jamás he necesitado de un niñero, Rogers. -Tasha frunció el ceño.

-Pero de un amigo sí. -La miró.

Ante la respuesta, Natasha lo volteó a ver y por consecuencia, ambos se miraron a los ojos. Los ojos azules de ambos se perdieron en el otro tan solo unos instantes, segundos en los que Steve pudo ver el miedo y tristeza de Stark; momentos en los que Tasha pudo ver la preocupación y melancolía de Steve.

-Steve... -habló en voz baja la mujer-. ¿Por qué siempre peleamos? -preguntó con una sonrisa traviesa-. Digo, eres buena persona y cuando quieres buena onda, no entiendo porque tú y yo no salimos. -Señaló primero a Steve y después a ella en forma de broma.

El mencionado soltó una carcajada que al principio sonó estruendosa para después convertirse en una tenue melodía. Stark no recordaba la última vez en la que escuchó reír a Steve, es más, no recordaba haberlo escuchado algún día con alguien que no fuera Nat; se sintió dichosa ante ello, por lo que ella lo acompañó, entrelazando las dos risas y creando una melodía que viajaba por el viento.

El momento se vio cortado cuando el sonido del ascensor apareció, provocando que los dos amigos miraran en dirección a este. Un mal herido Dios del Trueno apareció entre la luz del elevador con una mano en su hombro, sobando el golpe que recibió en ese lugar hace un par de horas atrás.

En más de una vidaWhere stories live. Discover now