Cap 23- Peón

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Disclaimer: Dachau pertenece a Jayne Stark

Capítulo XXIII - Peón

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No, no de nuevo. Por undécima vez en lo que va del día (si es que no ha fallado en contar), el descomunal peso de la madera golpea sus nudillos cruelmente.

"¡Dios! ¿Cómo puede doler tanto?"

Duele. Arde.

Duele tanto que le recuerda a su niñez.

-¡Una vez más, chiquilla insolente! ¡Desde el principio! ¡Una vez más hasta que todo salga a la perfección!

Intenta contener las lágrimas mientras acaricia el dorso de sus manos, intentando mitigar su dolor. Sus nudillos han tomado el color de una cereza recién cortada, adornada con pequeños hematomas negruzcos de varias semanas atrás.

-¿Me está escuchando, señorita Myoui?- Su cuerpo tiembla mientras regresa su atención al piano.

Debe hacerlo. Debe continuar.

-Como usted ordene, mi señora.

Sus dedos, delgados como los de un ángel, se deslizan sobre las teclas produciendo hermosos sonidos de fascinante fluidez mientras su instructora, una enorme cacatúa regordeta envuelta en un extravagante vestido, la observa con malicia.

¿Cuánto más debe soportar? ¿Cuánto más debe durar?

-¡No, no, no!- Otro golpe, más duro que los anteriores, arremete contra sus dedos -¡Mal! ¡Otra vez mal!

"El duodécimo" Cuenta mentalmente, mordiendo su labio para sofocar un grito de dolor.

-¡¿Qué clase de postura es esa?! ¡¿Es lo que merece un hermoso instrumento como este?! ¡¿Una intérprete estúpida como tú?!

-Lo lamento, mi señora.

-¿Lo lamentas? ¡¿Lo lamentas?! ¡Llevas todo el día lamentándolo!

Una lágrima, rebelde e inoportuna, desciende por su rostro hasta caer delicadamente sobre una de las tantas teclas por las que sus dedos intentan deslizarse.

Vista al frente, espalda recta: los requisitos necesarios (de acuerdo a esa anciana detestable) para que la célebre Sonata Nº 11 de Mozart sea interpretada a la perfección.

-¡Basta de distracciones, chiquilla!- Regaña la instructora colérica mientras camina de un lado a otro, observando con astucia a través del cristal de sus gafas de media luna -Solo asegúrate de no arruinarlo esta vez.

Asiente torpemente, conteniendo un sollozo furtivo que le hubiese ganado un par de golpes más.

¿Por qué? ¿Por qué empeñarse en trivialidades como esta cuando su suerte parece ir de mal en peor? ¿Por qué molestarse cuando la verdadera felicidad se ha escapado de sus manos? En esto medita mientras interpreta con gracia maravillosa una variación del Andante Grazioso.

¿Cómo es que toca tan bien? Preguntaran. Solía recibir lecciones similares cuando habitaba en la mansión de su padre, bajo la tutela de la auténtica señora Myoui; en aquel entonces, cuando no poseía ni la más remota oportunidad de heredar el imperio familiar, los castigos solían ser mucho más dolorosos e inhumanos: golpes en la nuca, en la espalda, en el rostro.

Todos fuertes. Todos precisos.

¡Cuánto dolor debió soportar la niña de aquel entonces!

Ahora, confinada a una de las tantas casas de recreo que su señor padre posee en Múnich, sin nada que hacer más que esperar, agradece de todo corazón que aquellos días hubiesen terminado.

Dachau - [TWICE FIC] (AU) - MICHAENG - 𝙁𝙞𝙣𝙖𝙡𝙞𝙯𝙖𝙙𝙤Where stories live. Discover now