17

808 51 12
                                    

(OMNISCIENTE)

Caminaban por la oscuridad del  pasillo con sus varitas iluminadas, intentando no ser vistos. Draco había aprendido unos trucos para escapar del encantamiento que la Profesora McGonagall le puso a la puerta. Intentaron no toparse con Flich o la señora Norris, pues estarían en graves problemas. 

Hermione no sabía a dónde se dirigían, pero estaba intrigada. 

— ¿Me puedes decir de una vez a dónde vamos?— le susurró a Draco. 

—¡Chist! Que nos pueden oír— Hermione bufó rodando los ojos. Entonces llegaron a la puerta del castillo, obviamente, tenían prohibido estar ahí, estaban castigados, y además era de noche, y que dos alumnos salieran sin el consentimiento de un profesor los metería en grandes problemas. Draco abrió la puerta, pero la chica intervino.

— ¡¿Estás loco Draco?! — él la miró cansina mente y respondió:

— ¿Quieres que te pruebe que no soy una "víbora cobarde"? ¡Entonces sígueme!— ordenó. Hermione se limitó a resoplar e intentar confiar en él. 

Cuando salieron al frío jardín, Draco le hizo señas para que lo siguiera, rodearon el castillo, agachados, hasta llegar a la orilla del lago. La chica estaba confundida, pero Draco parecía saber lo que hacía. 

— ¿Qué piensas hacer?— preguntó Hermione con algo de interés.

— Nadar— dijo, como si no fuera la gran cosa. Al oírlo los ojos de esta se abrieron de par en par. 

— E-Es una broma... ¿verdad?...— tartamudeó— ¡Draco, el agua está muy helada, es de noche, no sabemos qué criaturas hay en este lago y aún peor, si nos descubren podrían expulsarnos!— Draco se limitó a reír. 

Se sacó la túnica, luego la camiseta y luego los pantalones, hasta quedar simplemente en bóxers. Hermione se sonrojó y nerviosa, se cubrió los ojos y se dio la vuelta.

 — ¡Vamos! —rió — ¿Nunca has visto a tus amigos así?

— N-No... a ellos les gusta la...privacidad— el rubio volvió a reír. 

— ¿Qué clase de amigos son si no tienen libertades?— cuestionó chistoso. La chica tragó duro y roja como un tomate, se dio la vuelta.

Nunca había visto a Draco sin camisa, y a su parecer, era muy normal. Para tener trece años era alto, pero era relativamente...normal. Parecía bastante confiado de lo que estaba haciendo, aunque ella más bien pensaba cómo no se moría de frío. 

Puso un pie en el agua y toda su piel se puso de gallina, pero pareció no importarle. Hermione miró en todas direcciones para comprobar que ningún profesor se acercaba. 

Draco metió el otro pie y comenzó a caminar hacia adentro mientras su cuerpo se iba sumergiendo. Miró a su acompañante quien lo miraba impresionada, sonrió de lado y, antes de sumergir su abdomen, le dijo:

— Siéntate si quieres, no hay moros en la costa— ella no estaba del todo convencida, pero al fin y al cabo, pensó, era su culpa que se encontraran allí. Así que volvió a mirar hacia atrás, a un lado y al otro, y luego no le quedó más remedio, así que muy alterada se sentó.

Observó cómo Draco se sumergía completamente sin importarle lo helada que estaba el agua, ella se preguntó si acaso Draco era incapaz de sentir frío. Mirarlo la relajó un poco, se veía tan... calmado, era una calma contagiosa que ella podía notar.

— ¿Cada cuánto... haces esto?— preguntó. Sintiendo como si un peso se le bajara de los hombros.

— Cada vez que puedo... el agua fría hace bien al cuerpo, regula tu temperatura corporal... además te despierta— dijo haciéndose el experto. Se le veía sólo la cabeza pero su mandíbula no temblaba de frío  como lo debería estar haciendo.

𝑨𝒎𝒐𝒓 𝑵𝒐 𝑪𝒐𝒓𝒓𝒆𝒔𝒑𝒐𝒏𝒅𝒊𝒅𝒐| 𝑫𝒓𝒂𝒎𝒊𝒐𝒏𝒆Where stories live. Discover now