Prólogo

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Mi primer recuerdo del mundo fue hace poco tiempo, cuando apenas tenía ocho años

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Mi primer recuerdo del mundo fue hace poco tiempo, cuando apenas tenía ocho años. Antes de eso no recuerdo nada, solo el que llegué a este lugar al que al pasar de los meses llamaría hogar.

Erude, una isla completa para las instalaciones de la hermandad y es que si se preguntan, ¿Quiénes somos? ¿Qué es ser una Erea? Pues yo igual me lo pregunté por mucho tiempo, años para ser exacta. Y es que llegar nueva a un lugar donde todos se conocen por siglos es difícil, más al tener un poder desconocido y una apariencia distinta a los demás.

Me ha tocado aprender dando tropezones con la misma piedra, comprender que si quiero entender algo, debo abrir mi mente primero. No negarme a las posibilidades y creer que en este mundo hasta lo imposible es posible.

Hay muchas cosas que deben saber sobre mi vida, porque de no hacerlo entonces no entenderían como acaba esta historia, sería una desconocida en este universo donde las casualidades no existen. No entenderían como termino yo en todo esto o en todo caso ¿Por qué yo? Y ¿Les soy sincera? Tampoco entiendo que hago yo aquí, ¿Qué de especial hay en mi como para tener que contar mi historia? Son muchas preguntas y solo hay una forma de responderlas.

Así que volvamos a mi pasado, cuando yo era una pequeña ingenua de apenas catorce años:

02 de Septiembre, Atenas.

—¡Mierda! No de nuevo— susurró la diosa, Haris, con sus ojos cerrados y apretando sus labios luego de hablar.

Ese día fue la primera vez que vi en persona a un dios y como si fuera poco, estaban trece de los quince grandes. Siendo las diosas, Zell, Persa y Haris, incluidas en los grandes del Olimpo, que tras la muerte de, Zeus, Poseidón y Hades, vieron imperdonable el retirar a los dos primeros del reconocimiento que tenían. Teniendo por primera vez a la diosa del Inframundo incluida entre ellos.

Mis piernas me temblaban al verla frente a mi, imponente con su hermoso vestido, ahora luciendo una tiara negra muy diferente a la corona que antes llevaba. Posó sus ojos claros sobre los míos y temí que el color de mis ojos la asustaran, pero me sonríe al instante demostrando que no era así.

»Por favor— dice ahora viendo a, Ayana—Ven y hablemos en privado, veo necesaria la presencia de mis hermanas— recupera su postura hablando con la altura que antes llevaba.

—Eleonor— me llama, Ayana, le doy toda mi atención enseguida—Ve con Priscila, Agatha y yo tendremos una conversación con la diosa, Haris— me avisa, haciendo un gesto hacia Priscila que me espera con la misma postura inquebrantable de siempre.

Le dedico una mirada rápida a la subcomandante que se encuentra viendo con bastante fijeza a Angela. Extraño.

—Como diga, mi comandante— hago la reverencia en dirección a ambas comandantes, al igual que a la diosa.

Camino en dirección a la hermana que me espera, pero una voz dulce me detiene.

—Fue un placer conocerte, Eleonor— habla, Haris—Espero verte pronto.

Solo le regalo un asentimiento junto a una leve sonrisa, su hija Angela, me hace un gesto en forma de despedida que correspondo, ella y yo podríamos llevarnos bien en otras circunstancias.

[...]

Luego de la extraña conversación entre la diosa y Ayana, vinimos inmediatamente a la Isla donde mi pequeño paraíso desapareció para abrirle paso al infierno que debo transcurrir en este lugar.

En el patio había decenas de hermanas conjurando toda clase de hechizos, entre ellas se encontraban las más jóvenes, creadas por Rea hace algunas décadas, las que hacen de mi estadía en este lugar una pesadilla. Erea's con la suficiente edad para parecer ansianas, pero con el físico y mente de unas adolescentes de quince años.

Atravieso el largo camino que lleva a la puerta de la torre Opal cuando de entre las otras hermanas, salió corriendo la chica con el cabello cobrizo y ojos oscuros. Ofelia, la única amiga que tenía en este lugar, una de las hermanas espada de plata- como se les reconoce a las Erea's que recién son creadas- y la única que me a trató como una persona, y no un fenómeno aquí.

Se estampa entre mis brazos con fuerza, llenándome de muchas preguntas.

—¿Cómo fue todo? ¿Cómo son los dioses? ¿Qué tal es la diosa Zell? ¿Le dijiste que la amo?— habla muy rápido y con mucha emoción, los mechones que sobresalen de su trenza siendo acariciados por el viento.

—Son increíbles, pero no pude decirle nada, Ayana, no me soltó ni por un segundo— hago un gesto en dirección a la comandante que nos mira de reojo, nos permite tener mucha libertad en nuestra amistad.

—¡Ofelia, ven al entrenamiento!— la llama su maestra, por razones referentes a la diferencia de mi poder, tomo clases privadas con Ayana, que trata de entender el origen de mi magia.

Todo en mi es diferente, desde el color de ojos hasta la forma de conjurar los hechizos. No puedo hacer hechizos comunes, no puedo abrir un portal como las demás, ni siquiera peleo como las otras. Todo en mi estaba mal, y todas las hermanas espada de plata me lo recuerdan diariamente.

—Ven, Ofelia, que no se te pegue lo extraño— Ginger, la mayor causante de mis tormentos, le habla a mi amiga, pero es retada inmediatamente por sus superiores.

—Debo irme, te veo al rato en la recamara— me asegura Fefe, con una sonrisa—¡Hoy te ves espectacular!— grita cuando se encuentra al lado de, Ginger, supongo que para molestarla.

Las otras chicas me miran con cara de asco.

—Solo ignoralas, ellas desean tener aunque sea una pizca del potencial que tu posees— dice la comandante, Ayana, cuando entramos a la torre.

Quizá algun día descubra si ella tiene razón.

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¡Hola, Hola! Mis Cielitos, hermosos. Acá les dejo el segundo libro de esta trilogía que me tiene enamorada.

AVISO IMPORTANTE: Las protagonistas de la historia anterior NO SON LAS MISMAS de esta historia. Eleonor, es la única protagonista. Esto porque considero a, Eleonor, una pieza clave en el tercer libro, quiero que la conozcan, que conecten con ella antes de llegar al final de todo esto.

Para mi esto es un riesgo, uno que decidí tomar. Cambiar los protagonistas es un cambio difícil, pero que daré todo lo mejor de mí para que la disfruten y valga la pena leerla. Mis hermosas diosas y demás chicos, tendrán aparición en la historia. No es que simplemente va a cambiar TODA la historia, porque como dijo mi querida, Eleonor, en este universo no existen las casualidades.

Espero que disfruten la lectura tanto como yo lo hago escribiendo. El qué se tomen su tiempo para leer esta historia es un regalo para mi.

 El qué se tomen su tiempo para leer esta historia es un regalo para mi

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Besos:
             Lin_Liz.

La Hermandad Del Alba (DDA #2)Where stories live. Discover now