"La hermandad existe por un propósito, vinimos por un fin que debemos cumplir. Nunca debes olvidar eso"
Son las palabras que desde pequeña, Eleonor, ha escuchado, una y otra vez, cada día de su extraña vida. Ella, una Erea bastante diferente al res...
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¿Qué pasó pequeña?
¿Te quedaste sin aliento?
Sonrío con orgullo al ver lo que había logrado. Es una sensación positiva que me abarca todo el pecho como si me gritara "Lo lograste, lo hiciste".
Luego de todo un año tomando clases con la maestra Silvia, puedo decir que he logrado muchas cosas, pero no diré que solo son algunas cinco cosas nuevas. Junto a Ayana, aprendí a dominar los portales a la perfección, igual ya domino la onda expansiva que emana de mi cuerpo; siempre que me enojo quiere salir como un huracán destruyendo todo a su paso, pero lo controlo. Aun recuerdo cuando destruí el páramo, la comandante solo suspiró y dijo:
—Eso estuvo intenso, merece un segundo intento.
Y así me pasé todo ese día intentandolo hasta que lo logré, luego la comandante restableció el páramo, quise ayudarla pero tengo el don de volver polvo ciertas cosas que toco.
Por orden estrictas de las comandantes prometí no utilizar la onda a menos que no sea en una situación de alto riesgo en la que no me quede otra opción de escape; porque sí, las Erea's nos exponemos a muchos peligros cuando abandonamos la isla para proteger a un mestizo o por cualquier otra razón.
Agatha, ella se a mantenido al margen de mi educación, ayuda en ciertas partes, pero nunca de forma directa. Si se ha metido de lleno en mi aprendizaje con armas, pero es Ayana quien me entrena con profundidad. Silvia me enseña lo que es magia en general, pero es la comandante quien me ayuda a buscar y controlar el verdadero misterio de mi poder.
Ofelia en estos meses ha sido mi ancla- como siempre- ayudandome a practicar los hechizos que en clase no me salen del todo bien. Ella me anima cuando lloro producto del estrés y frustración, en esos momentos que práctico por horas hasta llorar cuando no veo resultados; en esos momentos es cuando oigo su voz diciendo "Tu puedes, no dejes que tu mente sea un obstáculo" y si que esas simples palabras ayudan mucho. Es por eso que en este momento le devuelvo la sonrisa con orgullo, a ella que se encuentra viéndome como una madre orgullosa- la misma mirada que vi en Hemna, cuando su hija la diosa Haris, dio el sí.
—¿Lo ves? Puedes con todo— dice antes de volver su atención al animal entre sus manos.
Miro al pequeño hámster que se encuentra descansando en las palmas de mis manos, ese que minutos atrás chillaba de dolor por su patita rota. El mismo que luego de corretear cuando lo curé, descansa como diciendo un "por fin obtengo paz". Admito que al principio estaba asustada pensando que las hermanas mayores lastimaban de forma intencional a los animalitos para que aprendiéramos a curarlos, pero no, no es como pensaba.
¿Y saben algo? Es que no; necesito decirles algo. En pocos meses pasaré a hermana espada de plata. Me dieron la noticia hace dos días cuando logré vencer en batalla a varias hermanas de ese rango, fue asombroso y por primera vez siento que mi vida va tomando un rumbo.
