Capítulo 10: El cuarto Smith

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Con la fuerza que te daba tu pie resentido por la caída, el doctor y tú corrieron a toda prisa atravesando las grandes puertas de cristal giratorio del museo.
Por poco tu rostro colisionaba con el de una dama muy elegante que iba de salida.
Había mucha gente dentro del museo, y a penas lograron entrar antes de que los oficiales impidieran el paso a cualquier otra persona. Tenían que mantener a todos dentro debido a que había saltado la alarma.
John miró al rededor con desesperación, buscando lo que parecía ser una sala en específico.

—¿Que queremos encontrar?— dijiste alerta y aceleradamente.

—La oficina principal; una puerta elegante o lo que se le parezca— respondió John— ¡Por aquí, vamos!
John te tomo de la muñeca y te guío escaleras arriba.
El museo tenía 2 elegantes escaleras se mármol a cada lado que subían a salas diferentes. Tu no conocías para nada el museo, pero era enorme y podía ser un laberinto para los turistas, con sus paredes blancas y obras de arte acomodadas metódicamente a lo largo de cada pasillo, con el piso forrado de alfombra roja, piedra gris o mármol.

Llegando a la segunda planta, un oficial de policía se acercó para intervenirlos. Se veía igual de alarmado que los otros.

—No pueden subir—dijo el hombre uniformado— ahora todos deben ir a la planta baja.

— Capitán John Watson— Interrumpió John, mostrando anticipadamente una identificación que sacó del bolsillo derecho de sus vaqueros— Es asunto de extrema importancia, ¿La oficina principal?

El policía pareció validar lo que veía la identificación. Tu te encontrabas detrás de él, ya que no llevabas algo que validada tu presencia ahí más que la compañía de John.
El oficial entonces se ofreció rápidamente a guiarlos y ambos le siguieron el paso.

La alarma seguía sonando y entre más se acercaban a su destino parecía retumbar más fuerte por las paredes.
Sentías como la sangre recorría tu cuerpo y acentuaba tus sentidos y John sentía exactamente lo mismo.

—¿Qué pasa?— le preguntaste sin dejar de caminar y bajando la voz para que el oficial no los escuchara.

—Sabia que no podíamos confiar en él— dijo inclinando un poco la cabeza hacia tu dirección— Seguramente se infiltró y cometió alguna tontería. No me sorprendería que haya sido el quién hizo saltar la alarma.

A ambos les faltaba el aliento para cada palabra.

—¿Que haremos ahora?—Le preguntaste.

Entonces se detuvieron frente a una puerta negra tallada con figuras fitomorfas. Parecía sellada y estaba vigilada por otro oficial en una de las esquinas.

—Bueno... esperar lo mejor—dijo John.

Entonces un oficial más abrió la puerta desde dentro, dejando ver al fondo de la habitación a un Sherlock Holmes sentado en un sillón de forro rojo, acompañado–o más bien– escoltado por un último guardia y un hombre alto, calvo y con gafas cuadradas. Èste lucía un traje muy refinado y llevaba una barba de candado muy bien afeitada.
La alarma entonces se detuvo, pero no lo notaste hasta que las voces en la habitación fueron claras.

—Entonces...—comenzó a hablar el hombre— Estos deben ser tus amigos. Por favor, pasen.

El hombre indicó a los guardias que los escoltaran, más bien forzadamente, dentro de la habitación. Tomandolos por los hombros para intervenir en caso de resistencia.
Era una habitación amueblada a modo de oficina. Tenía un escritorio antigüo, pero con una computadora y varios monitores.
Varios libreros altos y viejos estaban empotrados a la pared y el suelo estaba cubierto con una alfombra color escarlata.

Caso sin resolver (John Watson x tú)Where stories live. Discover now