Capítulo X

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Jungkook

2020
21 de mayo, jueves

—Bien, ahora que hemos hecho las pases, quisiera que me cuentes lo que realmente pasó con Mina.

—Aaah, ¿ahora sí quieres escuchar? Vaya, eres todo un caso Jungkook. Además, pensé que ya lo sabías —respondió Haneul antes de morder la hamburguesa que tenía en sus manos, queriendo hacerse la superada.

Habíamos quedado en almorzar juntos, para ponernos al día sobre nuestras vidas. Quizás fueron solo unos días los que no hablamos, pero para nosotros, eso era una eternidad.

—En realidad no lo sabía, y por eso ahora quiero conocer tu versión —le afirmé un tanto avergonzado.

—Bien —terminó de masticar y continuó—. La noche que salí con Hyun a un bar, vimos a Mina entrar con un chico que yo nunca antes había visto. Y por lo que tú me habías dicho que saldría con sus amigas, pensé que allí había algo raro. Entonces, cuando quise decirte eso, actuaste como un imbécil, me peleaste sin razón y ya después no te dije nada —terminó y le pegó otro mordisco a su hamburguesa.

Asentí pensativo, pero para nada molesto. Sinceramente, no me había hecho nada escuchar que Mina había estado con otro hombre en un bar.

—Ya, ya, entendí. Fui un tonto por no escucharte, lo siento.

—Eres un idiota, sí, ya lo sabemos, pero aún así te quiero porque eres sexy.

Su comentario hizo que casi me ahogara con mi propia saliva.

—Cómo puedes decir esas cosas tan naturalmente —me reí y ella se encogió de hombros—. Oye, ¿y tú qué tal con Hyun? He visto que han estado más cerca estos días.

—Sí, me estuvo dando clases de manejo, y voy tan bien que seguramente en estos días sacaré la licencia.

—Oh, ¿sólo es eso? ¿No hay nada más?—quise indagar.

—¿Qué quieres que haya? —me miró de reojo.

—No, nada. Solo pregunto.

Mientras no te guste, está bien.

Después del almuerzo, decidí ir a casa de Mina.
Desde que la había dejado sola en mi habitación cuando se cortó la luz, no habíamos vuelto a hablar y seguramente estaba muy molesta por eso.

Es decir, frente a sus narices me había ido a buscar a Haneul y no me había quedado con ella.

Era momento de aclarar algunas cosas y tratar de ser lo más sincero posible tanto con ella como conmigo. Por tanto, ese mismo día en la tarde fui a casa de sus padres donde ella me había indicado que se encontraba.

La madre muy amablemente me hizo pasar y luego de una corta conversación con ella, me dirigí directamente hasta la habitación de Mina.

Mientras caminaba por el pasillo, me percaté que en una de las paredes había una foto que antes no estaba.

Al lado de una foto familiar, se encontraba un retrato del hermano de Mina, Minseok.

Me detuve a observarla, y sentí de pronto cómo todo el dolor que había estado reprimiendo hasta ese momento, volvía súbitamente a mí.

Toda la angustia, la ira y desesperación que había sentido cuando nos enteramos, aparecieron de golpe, haciendo que mi respiración se entrecortara y comenzara a dolerme la cabeza.

Fruncí mis labios y los humedecí. Era molesto volver a recordar todo lo que creía que había olvidado.

En mi mente no paraba de resonar una y otra vez la promesa que había hecho antes de que saliéramos esa noche.

Cuídala bien mientras no esté, ella es mi vida.

Te lo prometo, la cuidaré siempre.

Esa fue la última vez que vi a Minseok con vida.

Mi mejor amigo desde los tres años, mi vecino, mi hermano. Con quien había compartido todo, con quien íbamos  todos lados juntos.

Esa noche en que le prometí cuidar para siempre a su hermana menor, no volvió a casa. Ni la noche siguiente, ni la siguiente a esa. Minseok no volvió nunca más.

No romperé esa promesa, Minseok. Me dije.

Recobré la compostura y, al llegar a la habitación de Mina, golpeé la puerta y entré al notar que estaba entreabierta.

Ella estaba sentada en su cama, con sus piernas y brazos cruzados.

—Hey —saludé y ni siquiera me miró—. ¿Cómo estás?

—Bien.

—Me alegro —hice una considerable pausa y me senté a su lado—. Quiero que hablemos de algo.

—Sabes, estoy un poco cansada de todo esto —soltó y me miró seria—, y ya creo saber a qué viniste.

—Bueno, entonces ambos sabemos que hay problemas, ¿no?

—Sí.

Suspiré y miré mis manos unos segundos, buscando las palabras exactas para decir algo que seguramente no sonaría lindo de ninguna forma.

—Mina... ¿No sientes como que la relación está desgastada, como que no vamos hacia ningún lado? —ella volteó su cuerpo para observarme y vi sus ojos llorosos—. No, no llores por favor —tomé sus manos y las acaricié.

—¿Cómo quieres que no llore si vienes a terminar conmigo? —balbuceó entrecortado mientras sus lágrimas corrían por sus mejillas.

—Yo no dije eso, no. Sólo... era una pregunta —asintió como respuesta a mi pregunta y luego agachó la cabeza algo avergonzada—. He estado pensando mucho en... —No digas en romper, no digas en romper—... en tomarnos un tiempo. Quizás sea lo mejor para ambos. Algo así como tomar un respiro y ver si nos extrañamos.

—¿Es en serio, Jungkook? Eso es terminar de una forma más sutil —cada vez fruncía más el ceño.

—No, no lo es. Es sólo un tiempo. Necesito tiempo para concentrarme en las materias y en rendir. Eso es, sólo algo de tiempo —mentí.

Humedeció sus labios, mientras procesaba lo que le había dicho.

—De acuerdo, si eso te hará sentir bien y mejora nuestra relación, entonces está bien —hizo un puchero y secó sus lágrimas.

Tomé un mechón de su pelo que justo tapaba su rostro, y lo acomodé detrás de su oreja.

—¿Sabes que te quiero Min?

—Lo sé. Y yo a ti Jungie.

Posteriormente, me levanté y me dirigí hacia la puerta.

—Ya me voy. En estos días hablaremos, ¿si? —le di un beso en la mejilla y salí rápidamente de su casa, con un nudo en la garganta. Un maldito nudo que no me dejaba ni respirar.

Sentía que la estaba engañando. Que le estaba mintiendo con lo que realmente pasaba.

Sentía una ridícula presión por una promesa que ni siquiera sabía si iba a poder seguir cumpliendo.

Salí de la casa e instintivamente llamé a Han.
Necesitaba estar con ella, necesitaba de la paz que siempre me daba cuando la veía.

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