Capítulo XXVII

4.1K 397 54
                                    

Jungkook

2020
2 de septiembre, miércoles

Al irme enojado de la casa de los padres de Haneul, después de lo que me había dicho (lo cual tenía toda la razón), lo que menos quería hacer en ese momento era ir a ver a Mina, porque seguramente iba a estar enojado y no quería que me viera así.
Necesitaba un momento para traquilizarme y desahogarme. Así que, pensé que ir algún otro lado me haría bien. No tuve que pensarlo mucho para darme cuenta que tenía que hablar con alguien si o si.

—Hola Seok —acomodé las flores que había comprado en la puerta del cementerio—. Sabes... no he estado muy bien estos días... —cada vez se me dificultaba más hablar por el nudo en la garganta que comenzaba a formarse—. Últimamente me he estado comportando como un imbécil con tu hermana y con Haneul. Justo lo que me dijiste que no hiciera, lo hice.

Me senté en el césped y las lágrimas no se tardaron en llegar.

—Perdóname Seok, pero no quiero seguir así. Amo a Haneul, con toda mi alma, y creo que siempre lo supiste. Pienso que por eso me preguntaste aquello esa noche, ¿Verdad? Bueno, tenías razón. La amo, y no quiero perderla —hice una pausa para aguantar el llanto, pero fue imposible—. Por favor, por favor... libérame de la promesa que te hice. Ya no puedo seguir mintiendo. Cada vez se me hace más pesado continuar con esta promesa.

Tapé mi rostro con mis manos y sollocé. Sentí que decirlo en voz alta me había ayudado a acomodar las ideas. Evidentemente, no podía continuar con ese teatro.

Tras unos minutos, alguien tocó mi hombro y asustado, miré hacia arriba.

—Mina, ¿qué haces aquí?

—Creo que aún puedo venir a ver a mi hermano, ¿no? —bromeó.

—Ah, sí, lo siento —me levanté y sequé torpemente mis lagrimas—. ¿Hace cuánto estás aquí?

—No mucho. Lo suficiente supongo —se puso las manos en los bolsillos del abrigo que llevaba puesto.

—Ah... ¿escuchaste algo de lo que dije o...?

—¿Te importaría si hablamos un momento? —se adelantó a decir.

—Sí, claro —sacudí mi pantalón que aún tenía césped.

—Pero no aquí.

Nos tomamos un taxi y no sé porqué, pero decidí llevarla por primera vez al río donde siempre íbamos con Haneul.

—Vaya, así que aquí es donde siempre vienes con Han —acotó.

—Sí.

—Es muy hermoso el lugar, con razón vienen siempre —en su voz escuchaba cierto tipo de paz, y eso de alguna manera me hizo sentir tranquilo.

Nos sentamos en uno de los bancos que estaban cerca del río y ambos nos quedamos un momento observándolo, absortos en nuestros pensamientos.
De repente ella soltó un largo suspiro.

—¿Estás bien? —pregunté.

—No lo sé.

Si no es ahora, no será nunca. Me dije.

—Mina, necesito decirte algo muy importante para ambos, y quiero que me disculpes si te hace daño lo que diré.

—Sabes —dijo volteando su rostro para mirarme—, creo que queremos decir lo mismo.

—¿Si? —pregunté dubitativo.

—Verás —siguió—, cuando anoche Han me dijo que la habías llamado, me sentí triste porque no me habías llamado primero a mí, pero me dije que era normal porque es tu mejor amiga, así que no me enojé. Entendí que yo no era tu primera opción para hablar de algún problema —miró sus manos y comenzó a jugar con ellas—. Incluso cuando me dijo que habían pasado la noche juntos, tampoco me enojé, y eso es lo más loco, porque creo que de alguna manera, ya lo veía venir.

—Anoche entre Haneul y yo no pasó nada...

—¿Crees que no me doy cuenta que tú ya no eres el mismo conmigo?—me interrumpió, ahora con sus ojos llorosos. Yo me limité a mirar el suelo, avergonzado—. Esa vez que te dije que Haneul estaba enamorada de ti, era para probarte, para ver cómo reaccionabas. Y en vez de alejarte de ella, fuiste a hablarle. ¡Hasta fui a un bar con un compañero para darte celos! Y ni así pude hacer que te enfocaras en mí —se rió irónicamente—. Ni hablar de cuando hubo ese apagón en el campus...

—Yo... en verdad lo siento mucho, Min. He sido un completo idiota, porque me ha costado mucho darme cuenta de algo que ya todos sabían.

—No quiero tu lástima —afirmó seriamente—. Quiero que seas sincero conmigo y que me digas toda la verdad. Quiero saber si vale la pena seguir luchando por esto o no.

—Bueno... —no sabía cómo decirle sin dañarla más.

—Quizás —continuó calmada—, los roles de Haneul y el mío han cambiado. Quizás yo deba ser tu amiga por hoy, para escucharte y aconsejarte sobre lo que debieras hacer.

Levanté la vista sorprendido por lo que me acababa de decir, y de alguna manera sentí que ese era el momento.

—Amo a Haneul —solté sin más.

—A eso lo sé, dime otra cosa —sonrió y mis ojos se abrieron más de lo que ya estaban—. ¿Fue por la promesa a Seok que seguiste conmigo?

—¿L-lo sabías? —pregunté atónito.

—Claro que sí, estuve ahí cuando la hiciste. Pero creo que te la tomaste demasiado literal —aseguró en un tono burlesco—. Podrías haberme cuidado de otra forma.

No podía emitir ni una palabra a todo lo que ella me decía. Sólo me reducía a disculparme y mirar el suelo.

—Admito que me aproveché de la situación para seguir contigo —prosiguió—, y eso no me convierte en la mejor persona, lo sé, pero mi actitud egoísta no quería dejarte ir —explicaba nerviosa—. Casi conscientemente quise que tomaras el lugar de mi hermano y me cuidaras, pero con el tiempo me di cuenta que eso jamás iba a funcionar. Al menos no sin un amor recíproco y sano.

Yo asentía y la observaba concentrado.

Realmente es una chica fuerte. Perdóname por subestimarte. Pensé

—Desde que volvimos del tiempo que nos tomamos, estabas triste, apagado. No eras tú. Y por más que me duela y te ame con todo mi corazón, no puedo retenerte así y dejar que seas infeliz.

—No... no sé qué decirte Mina, yo sí te amo —largó una carcajada seca y yo por inercia también sonreí.

—Lo sé bobo, pero no es tu amor el que necesito, y por más que yo te ame, sé que no es mi amor el que necesitas. Desde que te conozco tus ojos siempre brillaron por y para alguien más. Hasta tu rostro se iluminaba cuando veías llegar a Han.

—Nunca he podido disimular la debilidad que siempre he tenido por Haneul —respondí.

—Lo sé, y por eso estaba buscándote. Jeon Jungkook —dijo levantándose del banco—, te libero de la promesa que le hiciste a mi hermano.

—¿Q-qué? —también me levanté, pero confundido.

—Eso, te libero —miró el cielo y sonrió ampliamente—. ¡Ay, qué bien se sintió decirlo! ¿No lo sientes también? —asentí aún confundido por todo lo que estaba pasando—. Estaré bien sin ti, así que no te preocupes por mí. Me has cuidado como nadie lo había hecho, y siempre te agradeceré por eso. Pero a partir de ahora, puedo seguir sola —me miró por encima de su hombro.

—Gracias Mina.

—Agradécemelo cuando yo deje de llorar y tú finalmente comiences a tomar buenas decisiones —nos reímos y ella se acercó para abrazarme. Fue uno de los abrazos más sinceros y lindos que tuve en toda mi vida.

Gracias Mina, gracias Minseok.

Your eyes tellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora