Capítulo XXIII

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Jungkook

2020

1 de septiembre, martes

Era el cumpleaños de Han, y yo no tenía muchas ganas de ir. Después de ese día en el río, la había besado y no sabía si iba a poder continuar conteniéndome si la tenía cerca mío.

Así que, en vez de pasar por algo incómodo, decidí enviarle un mensaje.

Kookie
Feliz cumpleaños tortuga. Que cumplas 90 años más y seas feliz.

¿Estaría bien sólo ese mensaje? Já, tortuga.

No le decía así desde que teníamos trece años.
La apodé de esa forma porque era lenta para absolutamente todo. Para vestirse, comer, caminar, pensar, darse cuenta de las cosas, y hasta para pestañear.

Por eso la había llamado así, y por eso le había regalado una cadenita de tortuga para nuestro aniversario de amigos.

Nunca había faltado a ninguno de sus cumpleaños desde que nos conocimos, pero esta vez realmente no podía ir, o no quería ir. Tenía que seguir cumpliendo la promesa a Minseok y temía que si iba, no podría controlarme cerca de ella.

Después de enviarle el mensaje, vi a Hyun arreglándose y poniéndose la mejor ropa casual que tenía.

—¿A dónde vas así? —interrogé aún sabiendo la respuesta en el fondo.

—A la casa de Han. Qué, no me digas que no te invitó —me preguntó y su tono sarcástico me hizo enojar.

—No hace falta que me invite, tenemos la suficiente confianza como para saber que puedo ir cuando quiera —contesté cortante.

—Entonces vamos —tomó las llaves de mi auto y me las lanzó con una sonrisa sobradora.

—Pero no iré.

Me miró por unos segundos y luego se encogió de hombros.

—Le mandaré tus saludos entonces —cerró la puerta de la habitación y se fue.

Pasé las siguientes tres horas jugando a la play y tirado en el sofá, tratando de no pensar demasiado.

Sabía perfectamente que Hyun también estaba interesado en ella y sabía también que a Han comenzaba a gustarle.

Agh, ya estoy pensando demasiado otra vez.

Jungkook

2020
1 de septiembre, martes
11 p.m.

Cuando me levanté del sofá para cocinarme algo, abrió bruscamente la puerta Hyun.

—¿Y? ¿Cómo estuvo? —pregunté haciéndome el desinteresado, pero en realidad, estaba completamente interesado.

—Increíble —la expresión de su cara no concordaba para nada con lo que decía. Parecía enojado.

—¿Ah, si?

—Sí —se sacó el abrigo—. ¿Y quieres saber algo más? —su tono de voz me irritaba cada vez más.

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