Capítulo XIX

4.1K 427 222
                                    

Haneul

2020
27 de junio, sábado
7 p.m.

Al principio, tuve el presentimiento de que seguramente ese mensaje de Jungkook se trataba de algo malo, pero quise ignorar ese sentimiento y me concentré en la hermosa noche que habíamos pasado juntos.
En sus caricias, su perfume, sus besos. Pensando en eso, automáticamente todo el mal presentimiento se había esfumado.

Pero, como les mencioné antes sobre las leyes de Murphy,  justamente fue eso lo que pasó.

Habíamos quedado en que él iría a mi residencia para hablar más tranquilos, ya que mi compañera de habitación se había ido para pasar el fin de semana con sus padres.

Lo esperé en la entrada de la residencia así entrábamos juntos.
Estaba tan ansiosa, que involuntariamente mis piernas habían comenzado a temblar.

Y cuando lo vi llegar, fue peor. ¿Cómo debía saludarlo? ¿Un abrazo o un beso en la boca?

Deja de pensar en eso, será como siempre ha sido.

—Hola Han —se acercó a mí e inesperadamente me abrazó.

Pude notar en el acto que algo no andaba bien.

—Hola Kookie —le devolví el abrazo y entramos.

Una vez en mi habitación, nos sentamos en mi cama, uno al lado del otro, sin mirarnos.
El ambiente estaba muy tenso y ambos estábamos claramente muy incómodos por toda la situación.

—Creo que te debo una disculpa —dijo por fin, rompiendo el silencio.

—¿Por qué deberías disculparte? —pregunté confundida.

—Sabes... no sé cómo empezar... —ambos seguíamos mirando al frente, sin poder hacer contacto visual—... te amo Han —soltó de repente y mi corazón dio un salto—, pero no quiero estropear las cosas. No puedo hacer que nuestra amistad se estropee por un impulso.

En ese momento, toda la ilusión y felicidad que sentía, se marchitaron en tan solo un segundo. No podía siquiera responder o hablar, simplemente no me salía nada.
Es increíble el poder que tienen las palabras, y más aún cuando las dice alguien a quien amas.

—Volvamos a ser los de antes, ¿si? —volteó y soltó una sonrisa que a mi parecer fue forzada.

Solo asentí y miré al suelo, tratando de reprimir todo rastro de tristeza.
¿Qué podía decirle? Después de todo, esa era su voluntad y no podía obligarlo a sentir lo mismo que yo.

—Esto fue un gran error, seguramente fue la vulnerabilidad del momento —terminó de excusarse y sentí cómo el nudo en mi garganta crecía cada vez más.

Aún estando uno al lado del otro, se arrimó y me abrazó de costado. Ése era de esos abrazos que quieren demostrar que nada pasa, cuando en realidad pasa TODO.

No le correspondí y me alejé de él. No podía hacer como que todo había sido un error, no podía ignorar todo lo que había pasado.

—Y... debo decirte algo importante. Es sobre Mina y yo... —balbuceaba y yo me ponía cada vez más ansiosa—. Haneul, decidí volver con Mina.

Esas palabras terminaron de hacer que toda mi paciencia y entendimiento se desvanecieran en el acto. Ahí fue cuando ya no pude contener mis lágrimas y toda la rabia que había tratado de contener. Me paré de la cama y me puse frente a él.

—¿Entonces qué fui yo para ti? ¿¡Sólo un momento de calentura y nada más!?

—¡No! Claro que no.

—No tienes corazón Jungkook. ¿¡Cómo puedes hacerte esto a ti!? —exclamé.

Él también se levantó y trató de tomar mis manos, pero fui más rápida y lo esquivé.

—¡VETE! —le grité estallando en lágrimas y señalando bruscamente la puerta de mi habitación.

Jungkook se alejó y dio media vuelta dirigiéndose hacia la puerta, pero de repente volteó a verme.

—¿Ves que no te das cuenta de nada? ¿Nunca te diste cuenta de que ese alguien eras tú, Haneul? —cuestionó irritado.

—¿Qué? —lo miré turbada, secándome las lágrimas con mis manos.

—Eres tú quien siempre me tuvo confundido. ¿Nunca lo viste? —mi sorpresa era tal, que sólo atiné a negar con la cabeza—. No sé en qué momento empezó, pero ya no puedo mirarte como mi mejor amiga.

Se acercó y se detuvo a unos centímetros de mí.

—Cuando me di cuenta de ello, me asusté y entré en pánico. Sinceramente, Haneul, no quiero perder esto tan especial que tenemos.

Volvió a sentarse en la cama y apoyó sus codos en las rodillas, tapando toda su cara con las manos.

—Me aterra la idea de que ya no seamos como antes. Eres como mi hermana y... demonios, se escucha horrible decirlo.

¿Acaso es esa una confesión?

—¿¡Y me lo vienes a decir ahora, cuando me acabas de contar que has vuelto con Mina!? —bufé completamente enfurecida—. Basta Jungkook, estás empeorando todo. Si nos viésemos como hermanos, ¡Jamás hubiese pasado esto! Deja de mentirte —me crucé de brazos.

—Entonces espérame. Tengo que arreglar algunas cosas, pero, por favor, espérame. Debo cuidar a Mina, soy responsable por todo lo que está pasando, ¿no lo entiendes?

Lo observé desconcertada por su petición y su mirada desesperada.

—No, no lo entiendo, ¿por qué dices constantemente que eres responsable de ella?

—Yo... no puedo decirte.

Al oír su respuesta, me reí incrédula, y Jungkook pudo notar facilmente que estaba desilusionada.

—Seguro que hiciste otra de tus promesas —afirmé—. Escúchame bien Jungkook, debes tomar una decisión y dejar de jugar con los sentimientos de las personas. Una vez te dije que no puedes complacer a todos, y que a veces hay que ser egoísta para ser feliz, y este caso, es exactamente así. Mina y yo estamos envueltas en tu indecisión, y por mi parte no lo toleraré más.

—Es que... no quiero que esto termine mal, no puedo perderte. En verdad no puedo soportar perder a alguien que amo dos veces.

—Yo no soy Minseok, y no puedes seguir creyendo que esa promesa fue en serio. Ahora, por favor vete —le volví a pedir, pero esta vez más calmada.

Jungkook humedeció sus labios y se paró lentamente, seguramente esperando a que yo lo detuviera. Pero no lo hice. En cambio, me quedé quieta aguardando que se fuera.

Finalmente, cerró la puerta de la habitación y me tiré boca abajo en la cama, dejando salir toda la angustia que había tratado de contener.

¿Por qué haces esto Jungkook? ¿Por qué me confundes así si después no vas a elegirme para quedarte conmigo?

Lo odio. Odio que sea mi mejor amigo.
Odio que me quiera como a su hermana, y detesto haberlo conocido hace quince años y amarlo tanto que duela.

Your eyes tellWhere stories live. Discover now