Capítulo XI

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Haneul

2020
21 de mayo, jueves

Mientras me duchaba, recibí una llamada de Jungkook.
Sabía perfectamente que era él, porque era al único que tenía con un tono de llamada personalizado.

Me dije que una vez que saliera del baño le llamaría de vuelta, pero el teléfono sonó una, dos, tres y hasta cinco veces. Así que tomé una toalla, salí del baño y enojada le atendí.

—¿Qué quieres? Me estaba bañando.

—Te necesito —contestó casi al instante.

Por el tono de su voz, me di cuenta que algo no andaba bien y me preocupé. Sonaba medio extraño.

—¿Acaso estás borracho? —pregunté desconcertada.

—No lo sé, tu dime —se escuchó una risita pícara.

—Si, definitivamente estás borracho. Dios Jungkook, ¿Donde estás? Iré a buscarte —logré escuchar que le preguntaba la dirección a alguien que estaba con él y luego me la repitió—. De acuerdo, estaré allí en veinte minutos.

—Buenop, no tardessssssss.

Corté la llamada, me vestí como pude y ni siquiera me sequé el pelo.
Esa actitud era rarísima en Jungkook.

A ver, era súper normal que siempre tomáramos alcohol pero, de tres latas de cerveza en un lago a embriagarse un jueves en un bar, eso sí era extraño.

Estacioné el auto frente al bar y una vez en la puerta, después de que los hombres de allí revisaran mi identificación, entré.

Miré alrededor en busca de alguien con una melena negra, piercings en sus orejas, tatuajes en su brazo derecho y algo ebrio, y lo encontré a los dos segundos.

Es fácil encontrarlo.

—¡Allí está! La salvación a todos mis problemas —gritó Jungkook, alzando los brazos en cuanto vio que me acercaba a él.

—Entonces, ¿ella es Mina? —preguntó el barman, quien había estado una hora atrás escuchando todos los problemas de mi amigo.

—Claro que no —espetó Jungkook, arrugando su nariz de una forma muy tierna—. Ella es Haneul, mí Haneul.

—Ah, ya veo —el barman me miró y me saludó inclinando su cabeza, a lo cual respondí de la misma forma.

—Vamos Kookie, te llevaré a casa.

—Okidoki, adiós Hyung, fue un placer hablar contigo —saludó al barman y éste también lo saludó muy amistosamente.

—Haces amigos fácilmente cuando estás ebrio. Es una nueva faceta —me reí.

Puse su brazo en mi hombro y lo ayudé a caminar. No estaba tan mal como para perder el equilibrio, pero por las dudas me aseguré y así lo llevé hasta el auto.

Lo senté en el asiento de acompañante, le abroché el cinturón, y conduje hasta la residencia en completo silencio.
De vez en cuando miraba de reojo, para revisar si seguía respirando, y sí, en efecto Jungkook estaba más que bien. Se había quedado profundamente dormido apenas encendí el motor.

Una vez que llegamos a su residencia, lo desperté sacudiendo su hombro.
Él al abrir sus ojos, me vio y me hizo un puchero que me hizo sonrojar.

Jungkook ebrio, definitivamente era lo más lindo que había visto.

—¿Qué, por qué me miras así?

—Te tardaste mucho —protestó.

—¿En llegar aquí?

—No, en ir a buscarme —continuaba con ese puchero tan adorable.

—Qué dices, solo fueron diez minutos, y eso que te había dicho en veinte. Es un récord.

—Pues para mi fue una e-ter-ni-dad —separó la última palabra en sílabas, haciendo un énfasis exagerado en cada una.

—Bueno, ya estoy aquí y esa de allí es tu residencia —señalé por encima de él su habitación—. Ahora, te llevaré, dormirás y mañana hablaremos, ¿te parece?

—No —se cruzó de brazos y no pude evitar reírme. Era muy gracioso ver que se comportaba como un niño.

—¿Entonces qué quieres?

—Mmm, quiero dormir contigo en la misma cama hasta la una de la tarde —sonrió cerrando sus ojos y mostrando sus dientes.

Lo miré sorprendida con la boca abierta. Estaba ebrio, de eso no me cabía duda, pero en mi corazón, que latía a mil por hora, sentía que a eso me lo había dicho muy en serio.

—Eso no va a pasar Jeon Jungkook, así que vamos —dije a duras penas.

Abrí la puerta del auto y lo llevé a su habitación.

Antes de llegar al bar le había enviado un mensaje a Hyun para que me esperara y me ayudara a dejar a Jungkook en su cama.

—¿Qué le pasó? —preguntó Hyun adormilado.

—Tomó mucho y me llamó para que fuera a buscarlo.

—¿Él ebrio? Qué raro.

—Sip, bueno, ayúdame —supliqué mientras trataba de alejar a Jungkook de mí, quien estaba llenándome de besos en las mejillas y brazos.

—Déjame darte amor —se quejaba mientras Hyun lo apartaba de mí.

—Mañana hablaremos Kook, ahora ve a descansar —dije riéndome.

—Tú, eres un aguafiestas — le dijo enfadado a Hyun.

Una vez que dejamos a Jungkook en su cama, me dispuse a irme.

—Encárgate tú de desvestirlo, ¿si? Adiós Hyun.

—Espera Haneul. ¿Te gustaría salir conmigo mañana? Digo, podríamos hacer algo juntos.

—Sí, me encantaría —ambos sonreímos y nos quedamos en silencio.

—¡Ustedes no saldrán a ningún lado juntos, no quiero que tengan relaciones sexuales! —gritó Jungkook con todas sus fuerzas desde su habitación.

Ambos, atónitos por lo estridente de su grito, estallamos en risas nerviosas.

—¡Cállate y duérmete de una vez! —le ordené desde la puerta.

—¡Oblígame!

—Dios, ebrio es muy pesado —demandó Hyun.

—Mmm, no lo creo. Para mí es muy adorable —dije y me fui.

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