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Yuuri apenas ni respiraba tratando de no hacer ruido.
Estaba agazapado en la cama, completamente vestido, esperando que el ruso estuviera lo suficientemente dormido como para poder irse sin ser descubierto sin embargo ... hacia rato que la fragancia a bosque estaba focalizada delante de su cuarto.
Una exaltación temblorosa se deslizó entre sus labios mientras gruesas lágrimas caían en el mayor de los silencios.
Silencio, sumisión, observancia.
Era la primera vez que esas palabras que tanto le repetían en los chenil le eran de utilidad.
Sus cuartos estaban cerca, pero no tanto. Sentía la mirada clavada en el, olía entristecido. Yuuri estaba tratando de no emitir ni un solo ruido y estaba dando su mayor esfuerzo por parecer dormido a pesar de lo mucho que quería rendirse y caer en brazos del ruso. No era posible que lo oliera, por lo que ¿porque estaba ahí?
Yuuri no veía ni un solo motivo por el cual alguien como ese hombre se quedase con alguien como el y esa verdad ardía en su pecho como el infierno. Pero le hacia mas sencillo lo que estaba haciendo. Quizás algún día pudiera ver en las revistas la boda de ese hombre con algún bonito omega en su altar o quizás una de esas omegas que parecían muñecas, esas siempre causaron envidia el. Parecían perfectas y serian dignas de alguien como Viktor. Harían una perfecta pareja.

Esas pequeñas ideas le hacían esto mas sencillo. Solo necesitaba saber que Viktor estaría bien. Necesitaba saber que no le necesitaba.

Notó como el olor por fin se alejaba e inmediatamente lo añoró, pudo escuchar como la puerta contigua se cerraba con un sonido amortiguado, trataba de ser sigiloso. El nudo en su garganta se tensó, llevaba un rato largo ahogando su llanto con la almohada, su boca se sentía desagradablemente seca.

A veces hay que hacer lo que hay que hacer por necesidad y eso no te lo enseñan en ningún lado. No había escuela que enseñase lo difícil que es irse cuando no quieres hacerlo pero sabes que es lo correcto.
No quería que terminase así.
Tenia un amargo sabor en la boca, no quería hacerle daño y el era una estrella publica, meterse en estos líos esto solo empañaría su imagen.

Amor que se manifestaba en el peor momento.

Quizás en otra situación hubiera sido diferente, o si simplemente se hubiera deshecho de esa placa que colgaba de su cuello... Ya no merecía la pena arrepentirse, ya estaba hecho. Arrancó el viejo colgante de su cuello y lo dejó caer en alguna parte de la cama deslizandolo entre sus dedos hasta perderlo.
Esperó un rato mas tratando de no caer preso del cansancio. Las cinco y cuarto de la madrugada, todo estaba en un silencio asfixiante. Trató de respirar lentamente para calmarse, su pecho se sentía apretando y aunque ya no quedaban lágrimas que derramar, le dolían los ojos. Estaba bastante seguro que debía tener una pinta horrible aunque tampoco es como si fuera un problema ahora. Yuuri cogió aire reteniéndolo unos segundos antes de soltarlo lentamente. Necesitaba acumular la suficiente determinación como para poder hacer lo que iba a hacer. Traicionarse a si mismo y a la única persona que le había tendido una mano desde que tenia memoria.
De amor no muere nadie, y eso es lo jodido. Duele más que cualquier castigo que pudieran darle Karemina.

Iba a irse igual que llegó, con lo puesto, no quería abusar de la hospitalidad recibida. 
Todo lo sigiloso que pudo salio de la cama, notando el cambio de temperatura del cobijo de las mantas al exterior de la casa. Llevaba las zapatillas en la mano para hacer menos ruido mientras a hurtadillas se alejaba0.

Todo su cuerpo rogaba por quedarse junto a el. 

El caniche estaba con el alfa por lo que salir era mas fácil aun. Una triste sonrisa quiso dibujarse en su rostro al pensar que el hombre no se quedaría solo, el can lo acompañaba y alguien como el no estaría solo por mucho tiempo. Alguien como el encontraría una linda pareja enseguida, algún omega mas digno de el, un omega que estuviera todavia puro y sin marcar. Un omega que no fuera el tonto y roto Yuuri.
Abrió la puerta con relativa facilidad y con la máxima delicadeza volvió a cerrarla tras de el. No quería despertarlo y tener que luchar con su rostro al decirle que se marchaba. La casa del ruso era unifamiliar por lo cual ya estaba en la calle.

En el fondo, muy en el fondo deseaba darse la vuelta y encontrar sus ojos color cielo esperando por el.

Pero eso no pasaría, no a alguien como el.

Se agazapó en el jardín por instinto, los hombres de Karemina no podían estar lejos, había pasado mucho tiempo.
La calle oscura y fría le saludaba como una vieja amiga, sabia que tarde o temprano volvería a su gélido abrazo, aunque esta era la calle de un barrio residencial de dinero. Si lo pensaba bien, no pertenecía ahí, nunca lo había hecho. El nunca fue mas que un omega roto, un juguete para alfas adinerados.
La visión de todas esas edificaciones exactamente iguales,  alumbradas por farolas que no alumbraban lo suficiente, apenas se alumbraba la acera y había una farola por casa, le daba un toque tétrico al lugar. Aunque quizás solo el que conocía los peligros de la oscuridad era capaz de ver aquel barrio adinerado como tétrico.
Apenas había un coche aparcado en toda la calle, un coche de pinta impoluta y diseño nuevo, se veía caro y su color negro brillante casi reflejaba el paisaje de su alrededor, un coche así aparcado en la calle era extraño porque todas esas edificaciones tenían garaje.
El sol comenzaba a despuntar por lo que dejo de cavilar y comenzó a caminar en busca de un rincón sucio en el que esconderse como tantas veces antes lo había hecho.
Aunque eso no sucedería.
Tan pronto puso un pie fuera del jardín las luces del coche lo enfocaron deslumbrando su mirada por un instante, cada cabello de su cuerpo se erizo adelantándose a la respuesta de su cuerpo, comenzó a correr sin siquiera saber quien lo seguía. El coche arrancó y el motor de marca cara rugió retumbando en todo el solitario barrio, nadie en sus cabales saldría en un barrio como este a ayudar a un extraño. No había pensamiento en su cabeza mas que huir lejos, muy lejos y sobretodo, evitando las lineas rectas.
- ¡EHHHH! - En algún punto comenzó a escuchar tres pares de zancadas tras el, lo cual le proporciono una inyección de adrenalina extra para acelerar - PARAAAAA - no era capaz de distinguir voces, tenia miedo e iba a continuar corriendo aunque su visión era borrosa por las lagrimas que se acumulaban - YUURIIII - Continuo su carrera frenética por la calle en la cual estaba solo cada inhalación de aire gélido quema sus pulmones. Giró bruscamente adentrándose en una propiedad y casi galopó todo el jardín saltando la vaya que delimitaba con el patio trasero de otra casa. Todavia habían pasos tras de el, sus piernas comenzaban a acalambrarse pero continuaba corriendo a pesar de todo. El coche giró en alguna de las calles y ahora lo veía venir de frente, el giró en consecuencia en dirección contraria sintiendo sus piernas temblar demasiado en el breve segundo que pararon para cambiar la dirección. De frente venían tres de los patinadores que sabia que eran amigos de Viktor, lo estaban llamando pero no iba a pararse, ellos tampoco iban a parar y Yuuri dispuso sus brazos para chocar contra ellos y continuar corriendo. El coche venia acelerando, pisando sus talones y el aceleró en consecuencia mirando a los lados por opciones para cambiar de dirección otra vez, en cierto punto vio a dos de los chicos pararse y el tercero chocó con el y lo agarró provocando la caída de ambos. Yuuri alzo la vista para ver a los otros dos correr en dirección contraria. El hombre rubio que había bajo el podía decir que era Chris que lo miraba con rostro confuso sin saber muy bien que sucedía y porque se había quedado solo. No se paró mucho tiempo puso una temblorosa pierna para volverse a levantar pero el sonido terroríficamente cercano de las puertas del coche abriéndose vaticinó el resultado de esa carrera que todavía no había reanudado. El silbido del aire y el dolor de su piel. Su cuerpo estaba dejando de responder lentamente a pesar de que trataba de levantarse, el rubio también trató de defenderse, el resultado fue el mismo para el.
No podía moverse, pero su consciencia estaba ahí, mientras los recogían y cargaban como mercancía en el sofocante maletero del auto. Estaba aterrorizado, por el, por Chris que se había visto envuelto en esto sin saber donde se metía.

Ganado MarcadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora