Capítulo 1.2

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5 AÑOS DESPUÉS.

ALEJANDRO 16 años
La vida de campo era algo que desde niño había conocido, no me quejaba, adoraba vivir en la hacienda Genco. Conocía cada rincón de la casa y de las tierras de mi padre, aunque siempre me llenaba de curiosidad cuando la familia McFarlan venia de visita, ellos vivían viajando por el mundo y Maeve me contaba con lujo de detalles sus experiencias en los lugares que visitó.

— ¡Alejandro! —me sorprendí cuando la pequeña rubia me abrazó colgándose de mi cuello.

—¡Maeve! No hagas eso sabes que lo detesto.

—¡Te estas riendo, no mientas! —no pude contener mi sonrisa, ella siempre me hacia sonreír.  

—¿Ustedes no pueden estar ni un segundo separados, verdad? —dijo Evie, quien se había vuelto más alta y hermosa en estos años.

—No, no podemos —respondió Maeve abrazándose mas a mi cuello.

Evie y yo compartíamos ciertos intereses y teníamos muchas cosas en común; es de suponer que siendo el destino quien previó que estuviéramos juntos toda una vida nos hiciera tener gustos parecidos. Por más que el hilo me forzara no veía a Evie de un forma romántica, ni siquiera sentía celos cuando me hablaba de los guapos muchachos que conocía en sus múltiples viajes, lo máximo que lograba sentir eran celos fraternales, solo temor porque se enamorara del hombre incorrecto que la lastimara y rompiera su corazón, pensar en eso si lograba provocar mi ira. 

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Evie había querido salir a cabalgar para distraerse y Maeve prefirió quedarse en la hacienda. Pasamos un largo rato cabalgando hasta que regresamos antes de que anocheciera, cuando llegamos a la hacienda para mi desagrado me encontré con Tobías Carson en la entrada de la casa, muy cerca de Maeve. Mi mandíbula se tensó y había apretado más de la cuenta las riendas del caballo.

Tobías Carson era hijo de nuestro vecino más cercano, no sabía que pensar de él, le rodeaba un aura optimista y muy confiada, no era un peligro pero me enfurecía tenerlo cerca de Maeve, cuya aura rosada llena de dulzura e inocencia siempre se duplicaba en cuando yo me encontraba cerca de ella. Hice que el caballo trotara hacia ellos, sobresaltándolos.

—¿Qué haces aquí Carson? —pregunté con un tono voz furioso y seco, vi como aquel mentecato no apartaba sus manos de mi Maeve, de su piel pálida, tan pura y sin manchas.

—Mi padre vino a hacer negocios con el tuyo, Alejandro —respondió con suficiencia y el muy idiota parecía querer morir porque no soltaba la mano de Mae.

—¡Ya suéltala! —gruñí con el ceño fruncido y Carson por fin la soltó.

—No hay necesidad de tal muestra de agresividad Genco. Solo ayudaba a una bella muchacha, ¿no es cierto Mae? —que la llamara por su apodo con un tono tan íntimo y cariñoso me hizo hervir la sangre.

—Tobías nos vamos.  —vi al señor Rowan Carson salir de la hacienda, era impresionante lo joven que parecía el hombre, pocos creían que fuera el padre de Tobías, su era aura oscura pero no de las que trasmitía maldad en una persona, sino más bien era de fuerza y autoridad, lo que me hacía tener respeto por él.

—Voy padre. Hasta luego Alejandro. —dijo con una sonrisa y se fue junto con su padre. Me bajé del caballo y me acerqué a Maeve.

—¿Por qué dejaste que un imbécil como él te tocara?

—¡¿De qué hablas?! Solo me tropecé y él fue muy amable en ayudarme a no caer, sabes bien que vivo cayéndome al suelo —respondió avergonzada, y tenía razón Maeve poseía una mala suerte que sin ella quererlo siempre se tropezaba o caía al piso.

©TODO POR AMOR. Trilogía: Amores Verdaderos 2Where stories live. Discover now