Capítulo 19.2

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Los fuertes golpes a la puerta de la residencia, podrían haber despertado a media ciudad. Uno de los sirvientes que dormía en la planta baja, despertó debido al escándalo y fue abrir la puerta. Lord Adam Remmington y su esposa no se esperaron una visita tan repentina a altas horas de la madrugada, pero a los señores McFarlan les importaba un comino, mientras que Alejandro y Raimundo iban detrás de ellos.

Lord Remmington bajó a recibirlos, vestido con un camisa de lino arrugada, pantalones oscuros y sus botas. Sus inesperados invitados esperaban al comienzo de las escaleras y él los miró con disgusto. Reconocía a Theo McFarlan y su esposa Nayra pero los dos hombres que los acompañaban eran desconocidos para el lord Remmington.

-¡Es indignante que osen irrumpir en mi casa a estas horas! -reclamó el hombre.

"Después de años, estaba de nuevo frente al hombre por el cual mi hija se obsesionó a tal punto que quiso asesinar a su prometida. Theo McFarlan no era conde, ni duque o siquiera el más rico, mi hija solo fue una estúpida" -pensó con rencor el lord Remmington.

-Si no fuera de vida o muerte ni siquiera estaríamos aquí milord -espetó Theo con furia contenida. El lord Remmington evaluó la situación -¿Ha vuelto a saber de su hija? ¿Se ha comunicado con usted?

Ante la mención de su hija, el hombre mayor sintió como si su boca fuera llenada con cenizas.

-No he tenido una hija desde hace mucho, milord -respondió mordaz -Ella murió cuando la condenaron, ¿acaso olvidó esa parte de la historia McFarlan?

La tensión entre los dos hombres podía ser cortada con un cuchillo y las miradas fulminantes entre ellos no se hicieron esperar. Theo intentaba controlarse pero estaba bajo mucho estrés.

-Mis hijas fueron secuestradas esta noche...

-No puede decir que me entristece -dijo con frialdad el lord Remmington -¿Qué tiene que ver eso conmigo?

-¡Su hija puede estar involucrada! -vociferó Nayra sin contener su rabia.

Alejandro y Raimundo se mantenían expectantes, callados y escuchando atentamente toda esa engorrosa historia. Al duque di Santi le sorprendía todo ese drama, Alejandro ni siquiera sabía que su tía Nayra tuvo una enemiga tan desquiciada que quiso matarla.

-¿Y cómo puede estar tan seguros que fue Esther? Puedo haber sido cualquier otra persona que los odie de forma desmedida. De todas maneras no es de mi incumbencia si fue o no ella, no me interesa.

-¿No sabe ni siquiera si salió de la cárcel? -preguntó Raimundo.

-Averígüenlo ustedes. -esa fue la respuesta fría y seca del lord Remmington. Theo apretó sus manos en puños.

-Mis hijas están en peligro y hay una posibilidad de que usted pueda salvarles la vida. -los ojos de Adam Remmington tan verdes y claros, miraron a Theo como si fuera menos que una cucaracha.

-No me interesa.

-¡Hijo de...

-¡Basta! -todos voltearon, lady Remmington bajaba las escaleras cubierta por una bata y procedió a situarse al lado de su esposo -Adam sé que te vas a enojar pero... hace un mes vi a nuestra hija. Ella me dijo que había salido de la cárcel y se veía tan frágil...

-¡No debiste ni mirarla! ¿Qué fue lo que te pidió? -preguntó colérico y los ojos de su esposa se llenaron de lágrimas.

-Le di dinero y algunas joyas, ¡era nuestra hija, solo quise ayudarle! -el lord Remmington apartó la mirada de su esposa y Nayra dio un paso hacia la mujer mayor.

©TODO POR AMOR. Trilogía: Amores Verdaderos 2Where stories live. Discover now