Capítulo 2

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LONDRES, INGLATERRA. 1847… 

ALEJANDRO, 25 AÑOS.
Las palabras de Cornelia seguían aún muy presentes en mis pensamientos. Era comprensible que ella no quisiera que su mejor amiga siguiera sufriendo por un hombre destinado a estar con su hermana mayor.

Tal vez por eso Maeve dejó de contestar mis cartas”. –pensé desilusionado.

Recordaba aquel único beso que habíamos compartido, fue el día en que dañé todo. Maeve ni siquiera me dejó volver a tocar el tema, se ponía evasiva y solo quiso que siguiéramos como si nada hubiera pasado, lo cual era ridículo porque yo sabía que todo había cambiado.

Maeve se había cerrado completamente a mí, no podía sentir ni percibir sus sentimientos, no podía ver su aura tan pura y tímida que me encantaba. ¡Todo estaba mal! No entendía al destino y ya no iba a tratar de entenderlo. Se supondría que debería estar perdidamente enamorado de Evie, después de todo ella era mi alma gemela y sabía que era Evie por el sentimiento inmediato de afinidad y cariño que tuvo por ella, como también aquella extraña “fuerza” o hilo que parecía querer obligarme a mirarla solo a ella pero que yo rechazaba fervientemente.

No seguiría creándome falsos sentimientos, ni tampoco seguiría lastimando a mi Mae. Cada mes enviaba cartas esperanzado por sus respuestas pero Mi luna no respondió ni una vez, en cambio Evie si me respondía en las contadas ocasiones que le escribía, mi alma destinada tenía una caligrafía fina y pulcra pero yo extrañaba la letra corrida un poco choreta de Maeve.

No podía vivir con ella pero tampoco sin ella”.

Evie era hermosa solo un ciego diría lo contrario pero entonces imaginaba a Maeve y ella era…. Preciosa, etérea, pura, sin mancha ni defecto. Quiso muchas veces actuar como Kaidan y solo callar sus deseos con otras mujeres pero eso era imposible, lo supe desde la primera que visité un burdel; para ese tiempo yo acababa de cumplir los veinte años y Tobías Carson y yo después de una disputa en la que él me dejó en claro que no estaba interesado en Maeve como mujer, pude considerarlo un buen amigo.

Tobías Carson estaba bastante familiarizado con aquel entorno completamente nuevo para él. Una mujer llamó mi atención, se veía pocos años mayor pero era pequeña y sus cabellos tan rubios.

Me acerqué a ella con la esperanza de que tal vez así por fin podría solo olvidarme de las sórdidas fantasías en las que la protagonista de mis caricias, mis besos y mis deseos era Maeve, pero cuando la rubia comenzó a besarme y desnudarse solo sentí asco. La aparté de mi persona y salí de aquella habitación.

No deseaba enterrar su miembro en el cuerpo de una prostituta. Las noches siguientes se hicieron costumbre acompañar a Tobías a su diversión semanal pero yo no tocaba o me acostaba nunca con las mujeres.

—No te entiendo Alejandro —se quejó mi amigo — Vienes acá, las miras y nunca las tocas.

—No busco eso Tobías. —respondí con una actitud indiferente. No sabía cómo otros hombres podían acostarse tan tranquilamente con mujeres por las cuales no sentían nada, ni amor, ni afecto, eso solo me generaba asco.

—¡¿Entonces que buscas?! ¿Por qué siempre son rubias y de ojos azules?

—Me recuerdan a ella.

—¿Evie? —él sabia un poco sobre mis conflictos con las hermanas McFarlan.

—No… Maeve”.

Y aquí seguía, veinticinco años y jamás había estado con ninguna mujer porque solamente encontraba bella a una, solo deseaba a una y era un completo estúpido que no tenía la convicción para luchar por ella pero eso se acaba ahora.

©TODO POR AMOR. Trilogía: Amores Verdaderos 2Where stories live. Discover now